jueves, 17 de mayo de 2018

El 68 y la tía Sadie

“Arder es un arte. También lo es quemar”, dice la protagonista de El libro de Joan, primera incursión en la ciencia ficción de la escritora americana Lidia Yuknavitch. Si hubo un tiempo en el que quemar fue un arte revolucionario, como antes había existido un arte feudal, sin duda fue el de Mayo del 68. En París, Praga, Tlatelolco y Chicago, las calles ardieron, se montaron barricadas y la juventud se movilizó para gritar: “No te fíes de nadie mayor de cuarenta años”. La brecha generacional que se abrió en Mayo del 68 no sólo fue la más grande de la historia, sino también la que más eslóganes dejó para la posteridad. Uno de esos eslóganes llamó la atención más que otros. Do it! (¡Hazlo!) se escuchó gritar a un puñado de yippies mientras ocupaban las calles y los alrededores del Anfiteatro Internacional de Chicago donde se celebraba la Convención Nacional Demócrata de 1968. De lo que sucedió en aquellos días en los que se forjó el movimiento yippie —término derivado de las siglas de Youth Internacional Party—, dio cuenta Jerry Rubin en ¡Hazlo! Escenarios de la revolución del 68 (DO IT!: Scenarios of the Revolution, 1970; Blackie Books, 2010 [2018]), un libro que invita a tomar las calles, si no estuvieran ya tomadas por colectivos y movimientos sociales de todo tipo: feminista, ecologista, pensionista, okupa, LGTB, Xnet, 15MpaRato, antiglobalización, etcétera. Pese a que nadie se tomó en serio el libro de Rubin —lean los títulos de los capítulos de este clásico incendiario y no tendrán ninguna duda de que el activista y posteriormente broker no disparaba con balas de fogueo: Cualquier capullo puede presentarse a alcalde, El dinero es una mierda: quemar dinero, saquear y hurtar en tiendas te puede colocar, Liberad a los presos y encarcelad a los jueces, Quemad las escuelas, A Dios que lo follen—, su diatriba contra Amérika enfureció tanto a los demócratas como a los republicanos, aunque no tanto como a su tía Sadie, a la que Rubin dedica estas palabras: “Los amerikanos son puritanos. A los amerikanos les da miedo el sexo. Amérika ha creado una prisión sexual donde los hombres creen que tienen que ser superhombres y están obligados a ver la sensibilidad como flaqueza. [...] Tía Sadie, no te lo vas a creer, pero en cuanto a tu cuerpo, eres una carca. [Nosotros] amamos nuestros cuerpos. A veces hasta nos olisqueamos el sobaco”. ¡Hazlo!, a la manera de las Memorias de ultratumba de Chateaubriand, es el reflejo cultural de unos tiempos convulsos que Rubin vivió como testigo y principal protagonista —junto a otro grande de la contracultura más rabiosa, Abbie Hoffman, que el 24 de agosto de 1968 paralizó la Bolsa de Nueva York arrojando 200 billetes de un dólar entre los operadores causando un caos que llegó hasta los mercados financieros del otro lado del Atlántico—, y que modificaron drásticamente la forma en que nos vemos a nosotros mismos y el mundo que nos rodea.




“Crecer significa recoger basura. Mantenerse joven significa deshacerse de la basura que vas recogiendo. Yo propongo permitir el voto a partir de los cinco años y retirárselo a quien tenga más de cuarenta, a menos que sea capaz de vomitar toda la basura que lleva encima”.

Jerry Rubin, ¡Hazlo! Escenarios de la revolución del 68