sábado, 20 de mayo de 2017

Thoreau (2)

Imagino que muchos admiradores de Walden, en la que Thoreau encontró su mayor vía de escape después del entreacto de Walden Pond, donde vivió en una cabaña durante dos años, entre 1845 y 1847, se sienten más atraídos por su feroz individualismo, por la idea de que podemos ser autosuficientes, que no necesitamos de los demás, que por sus frases, esas maravillosas frases concisas y cortantes que se clavan en la carne y nos hacen aullar como lobos: "Amo lo salvaje tanto como el bien". Thoreau fue a los bosques de Concord, Massachusetts, porque quería vivir deliberadamente. Lo dice él mismo en Walden, reeditada por Errata naturae con ilustraciones de Michael McCurdy y prólogo de Michel Onfray con motivo del 200 aniversario de su nacimiento: "Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentándome sólo a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido". Todo en Thoreau es deliberado, premeditado, adrede, ex profeso. ¿Pero cómo podía ser de otra manera quien, como Thoreau, desempeñó muchos papeles en su vida como parte de su campaña de desobediencia civil contra el conformismo dictado desde el gobierno? No puedo dejar de pensar que Thoreau nos enseñó el camino o una manera de concebir nuestra vida que ya no somos capaces de llevar a cabo. Pero siempre estamos a tiempo de cambiar de sentido.




"La idea de dedicar la mejor parte de la vida a trabajar y ganar dinero, y disfrutar sólo más tarde de una dudosa libertad durante la peor parte de la misma, me recuerda a la historia de aquel inglés que se fue a la India a hacer una fortuna para volver después a Inglaterra y llevar una vida de poeta. Debería haber subido directamente a la buhardilla".

Henry David Thoreau, Walden