jueves, 11 de mayo de 2017

Carretera y manta

Si algo queda claro en la entrevista que David Foster Wallace le concedió al periodista David Lipsky, en 1996, cuando el autor de La broma infinita estaba en plena gira promocional de su segunda novela, es que no era un escritor corriente. Ni en estilo, ni en contenido, ni en talante, sobre todo en esto último, pues difícilmente podía ocultar su timidez, como se desprende de la lectura de Aunque por supuesto terminas siendo tú mismo (Although Of Course You End Up Becoming Yourself, 2010), cuyo contenido es la transcripción completa de las cintas que Lipsky grabó durante los cinco días que compartió carretera y manta con el escritor. Su timidez era una forma de estar en sociedad. Foster Wallace no quería que se le viera como un escritor de éxito que se eleva por encima de los demás, aun a riesgo de parecer esquivo: "No soy un escritor huraño, no me estoy negando a esto, tan sólo intento manejarlo con cuidado. Y mi pesadilla es que llegue a gustarme de veras. Y ser entonces uno de esos repulsivos: ‘Eh, otra fiesta editorial, y aquí esta Dave metiendo la cabeza en la foto’. Preferiría estar muerto. De veras. Sencillamente... no quiero que se me vea de esa manera". Aunque por supuesto terminas siendo tú mismo representa a Foster Wallace como ningún otro de sus libros. Es un viaje en el que el lenguaje llano y directo, cargado de sentido como nunca antes, es importante, pero mucho.




"No hay nada más grotesco que quienes van por ahí en plan, ‘Soy escritor, soy escritor, soy escritor’. [...] A una pequeña parte de mí claro que le gusta esto. Aunque esa pequeña parte de mí no va a coger las riendas... Sabes a qué me refiero. En un momento dado estabas en la universidad, uno de tantos candidatos, y ahora ya tienes un par de libros publicados y eso despierta esa parte de ti. Y no puedes deshacerte de ella. Pero sí puedes alcanzar una especie de tregua con ella. Para que no te gobierne. Y he visto casos donde esa compulsión tiene el mando y sencillamente te come vivo".

David Lipsky, Aunque por supuesto terminas siendo tú mismo