martes, 4 de septiembre de 2018

Momentos de inadvertida felicidad

En el no demasiado esperanzador panorama al que se enfrenta el lector actual hay dos tipos de alegrías o momentos de inadvertida felicidad, la que proporcionan las obras novedosas o la que reportan los grandes clásicos hasta ahora inéditos en castellano. A este último apartado pertenece Devastación (Hærværk, 1930; Errata naturae, 2018) del escritor escandinavo Tom Kristensen, cuya reciente edición española —traducida directamente del danés por Blanca Ortiz Ostalé— llega 88 años tarde, mientras que en Dinamarca y Estados Unidos sus lectores se cuentan por miles. Le ha costado lo suyo pero aquí está, liquidando de paso uno de tantos mitos bien extendidosel que dice que los clásicos son aburridos porque tratan de temas lejanos o ajenos a nuestra realidad. Conviene precisar que por una vez el título se corresponde bastante con el libro. Devastación es una obra devastadoramente realista sobre el descenso a los infiernos del alcohol y, sobre todo —y esto es mucho más importante de lo que parece en un principio—, el poder que tiene sobre nosotros la ausencia de las personas que nos aman a pesar de que no siempre merecemos ese amor. Uno de los primeros en leer el libro fue el premio Nobel de Literatura noruego Knut Hamsun, quien después de leerlo le escribió a Kristensen de manera contundente: “Nunca antes he estado tan preocupado con un libro en mi vida”. De igual parecer es Arvid, el protagonista de Yo maldigo el río del tiempo (Jeg forbanner tidens elv, 2008; Literatura Random House, 2011) de Per Petterson, y así nos lo hace saber cuando descubre en el escaparte de una librería de Copenhague una edición de bolsillo de Devastación: “Aquel libro me había asustado tanto cuando lo leí por primera vez que me prometí a mí mismo y al dios que no existía que nunca empezaría a beber”. La radiografía somera sobre Devastación presenta un argumento de sobra conocido, pero no por eso menos real. Ole Jastrau, alter ego de  Kristensen, es un crítico literario de treinta y tantos años, casado y con un hijo de corta edad, cuya adicción al alcohol termina destruyéndolo física y moralmente y lo convierte en un hombre desprovisto de voluntad. Devastación muestra con mayor atonalidad que Bajo el volcán de Malcolm Lowry las fuerzas existentes en el interior del hombre que le empujan a huir de sí mismo, de su propio vacío, para refugiarse en paraísos artificiales como el alcohol y el sexo. Al igual que Geoffrey Firmin, el ex cónsul británico entregado a la bebida de Lowry, Jastrau y el alcohol se estaban esperando. Y nosotros no podemos estar más felices —tal vez con una punzada de amargura— de que se encuentren. Una novela excelente. La mejor de este autor que, parafraseando a Melville, utilizó el alcohol “como sustitutivo de la pistola y la bala”.




 “Son tantas las cosas que pueden hacerse añicos en torno a un hombre que, al final, lo encuentra hasta cómico”.

Tom Kristensen, Devastación