sábado, 8 de septiembre de 2018

La ciudad de los escritores y de las historias

Hay quien afirma, y con razón, que Nueva York es una ventana sin cortinas (New York è una finestra senza tende, 2010; Navona, 2018) de Paolo Cognetti es el libro de viajes que más nos acerca a una urbe tan esquiva y poliédrica, es decir, con muchas caras, como la ciudad de los rascacielos. El hecho de que Cognetti —que tiene otro libro sobre Nueva York titulado Tutte le mie preghiere guardano verso ovest [Todas mis oraciones miran hacia el oeste], publicado en Italia en 2014, pero inédito en España—, plantee su libro como una guía personal, fruto de varios viajes en el curso de cinco años, de lecturas y de breves encuentros con escritores atrapados en una forma de exilio urbano (Donald Antrim, Nathan Englander, Adam Haslett, A.M. Homes, Shelley Jackson, Jonathan Lethem, Rick Moody, Gary Shteyngart y Colon Whitehead), deja patente el titánico reto que supuso cotejar toda esa información con sus propias vivencias de la ciudad que nunca duerme. Ya en el principio, el autor milanés no tiene raparos para decir que “la jerarquía de los lugares de Nueva York es una cuestión muy personal. Al escuchar la historia de mi primer viaje, a algún amigo le pareció imposible que no hubiera encontrado el tiempo para visitar el MOMA o el Museo Metropolitan. Ni siquiera he estado en la Estatua de la Libertad. Cada cual tiene su lista de postales que llevarse a casa: los rascacielos de Midtown y los escaparates de la Quinta avenida, los estanques de Central Park, la música de Greenwich Village, las galerias de arte y locales nocturnos de Chelsa y del Soho. Lo que yo buscaba lo encontré en una pequeña zona de Nueva York —las orillas de Manhattan y de Brooklyn asomadas al río East—, y este es el trozo de ciudad que he tratado de contar”. Nueva York es una ventana sin cortinas no es una guía al uso, porque Nueva York tampoco es una ciudad al uso: “Esta ciudad es un lugar físico y otro mental, y para recordármelo, a veces, en lugar de Nueva York he utilizado el otro nombre. La ciudad de los escritores y de las historias. Gotham”. Lo que el lector tiene entre sus manos no es sólo una guía de viaje sino también una guía de lectura, o, mejor dicho, de lectura de lecturas. El lector perspicaz no tendrá problemas para reconocer las referencias a Herman Melville, Allen Ginsberg, J.D. Salinger o Paul Auster, que encabezan los capítulos: Llamadme Ismael (Brooklyn Hights), Kaddish por un sueño (Lower East Side), ¿Dónde van los patos de Central Park en invierno? (Midtown), El lado equivocado del puente (Park Slope). Nueva York es una ventana sin cortinas quizá no tenga la exquisitez de sus salidas al campo —busquen sin dudar El muchacho salvaje (l ragazzo selvatico. Quaderno di montagna, 2013; Minúscula, 2017) y Las ocho montañas (Le otto montagne, 2017; Literatura Random House, 2018)—, pero es una lectura obligada para los entusiastas de Gotham y/o cualquier interesado en la compleja naturaleza de los lugares habitados y, sobre todo, visitados y relatados en los libros.




 “Los rascacielos de Manhattan no parecían más que los bastidores de cartón de todas aquellas vidas. Agarrado al asidero del tren he visto una ciudad que no sabía nada de mí, de las fuerzas que me habían llevado hasta allí, de adónde estaba yendo. Aquello que he visto ha durado lo que un pensamiento, ya luego nos hemos precipitado hacia Coney Island”.

Paolo Cognetti, Nueva York es una ventana sin cortinas