La escritora brasileña Ana Paula Maia saca músculo, tanto o más que
William Faulkner, John Steinbeck y Cormac McCarthy juntos, con De ganados y hombres (De gados e homens,
2013), la primera —y, por ahora, única, esperemos que por poco tiempo— novela
publicada en España. De ganados y hombres, puro gótico rural, no podía encajar mejor con la
actual dialéctica entre los animalistas y los que no lo son, o lo que es lo
mismo, entre lo humano y lo animal que ya empieza a producir cansancio porque rehúye lo verdaderamente importante del asunto: ni humano ni animal son categorías fundamentales en el
mundo de hoy. El protagonista de De ganados y hombres se llama Edgar Wilson y es el aturdidor de un
matadero de reses, el encargado de darles el golpe de gracia a las vacas y bueyes, antes
de ser colgadas bocabajo de un gancho y morir desangradas, para posteriormente
abastecer con su carne una fábrica de hamburguesas: “En los lugares donde la
sangre se mezcla con el suelo y con el agua es difícil tratar de establecer
cualquier distinción entre lo humano y lo animal. Edgar se siente tan en
sintonía con los rumiantes, con la mirada insondable que tienen y con el latido
de la sangre en sus venas que a veces se pierde en su misma conciencia al
preguntarse quién es el hombre y quién el bovino”. Puede que la novela de Maia
—no hay que ser muy perspicaz para deducirlo, y tampoco es que la escritora
brasileña se esfuerce en disimularlo: el título es un guiño a la novela de
Steinbeck De ratones y hombres—, beba inevitablemente de las referencias mencionadas más arriba, pero
lo cierto es que consigue sobreponerse a sus modelos literarios con buenas
dosis de esperpento capaces de ponernos en alerta máxima, al mismo tiempo que
dejarnos en la boca una irremediable sensación de incomodidad. De ganados
y hombres es un puñetazo de
agresividad implacable directo a la jeta de la sociedad actual, donde tanto lo
humano como lo animal es violentado continuamente como resultado de la taxidermia política.
"Mientras exista una vaca en este mundo, siempre
habrá alguien que quiera matarla. Y alguien que quiera comerla. [...] Todos son
hombres de sangre, los que matan y los que comen.
Nadie queda impune”.
Ana Paula Maia, De ganados y hombres