viernes, 25 de diciembre de 2020

Apunten estos nombres: Marías, Amat, Millet, Blais, O’Farrell

Conocido ya el título del nuevo libro de Javier Marías, Tomás Nevinson —agente secreto del MI6, y sí, están en lo cierto, marido de Berta Isla, que dio título a la anterior novela de Marías, y que en esta nueva obra regresa con un encargo muy embarazoso: “Yo fui educado a la antigua, y nunca creí que me fueran a ordenar un día que matara a una mujer. A las mujeres no se las toca, no se les pega, no se les hace daño”, una exhortación muy #MeToo, todo hay que decirlo—, disponemos ya de un buen surtido de novedades editoriales para los primeros meses de 2021. Por tanto, los nombres de Javier Marías y Tomás Nevinsonque Alfaguara publicará en marzo, están en mi lista de lecturas futuras. También están en la lista los nuevos trabajos de Kiko Amat, Revancha (Anagrama) —historia de dos skinheads neonazis inexpugnables hasta que el amor que no se atreve a decir su nombre resquebraja los cimientos de ese gran simulacro que es el odio a lo diferente, a lo desconocido, a lo nuevo—, y de José Ignacio Carnero, Hombres que caminan solos (Literatura Random House), quien, en su primera novela, Ama, ya nos advertía que Dios no camina a nuestro lado: “Tan sólo es una pintada en el lavabo de un hospital, sin más credibilidad que la pintada que pudiera haber en los aseos de una discoteca”. Entre las novedades extranjeras que espero con ansias está Amar a Lawrence (Anagrama), un acercamiento a la obra del autor de El amante de Lady Chatterley y Mujeres enamoradas, que busca desentrañar las conexiones inesperadas entre la literatura y el placer y el deseo femenino. El libro lleva la firma de una autora que dice pertenecer “a la comunidad de los que follan mucho”, y en todas partes, Catherine Millet. Sed de placeres terrenales que comparte con otro título que no veo la hora de irme con él a la cama, Sed (Literatura Random House), de Marie-Claire Blais, escritora canadiense que hasta ahora sólo tenía publicado en España una novela, La hermosa bestia —en un año tan lejano como 1961—, por lo que prácticamente es una pieza de museo. Publicada originalmente en 1995 con el título Soifs, en francés (en inglés se tituló These Festive Nights), Sed está ambientada en una isla caribeña a finales de 1999. Allí se dan cita un grupo de personajes variopintos (artistas, escritores, activistas, drag queens) para celebrar la llegada del nuevo siglo, y con él el avance inexorable de la violencia, el sexismo y el racismo en el mundo. Buscar el lugar idílico tampoco es fácil para las protagonistas de Perversas criaturas (Gatopardo) de Lawrence Osborne. Naomi y Samantha pasan sus vacaciones plácidamente en una isla del mar Egeo hasta que el encuentro accidental con un hombre desconocido, Faoud, hace que la realidad caiga sobre ellas con todas sus consecuencias. De realidades que pueden hacer que veamos el mundo con otros ojos sabe mucho la protagonista de la nueva novela de Kaouther Adimi, Piedras en el bolsillo (Libros del Asteroide), aunque en realidad es anterior a Nuestras riquezas, publicada por Libros del Asteroide en 2018. París y Argel son los dos mundos entre los que se encuentra atrapada la narradora sin posibilidad de escapatoria, como aquel inolvidable “mito de Sísifo” que Albert Camus propuso como síntoma de nuestra época. Otra autora que vuelve por sus fueros es la irlandesa Maggie O’Farrell con su última novela, Hamnet (Libros del Asteroide), de enorme éxito en Reino Unido, y no es para menos, ya que se atreve con uno de los episodios más oscuros —de un autor ya de por sí envuelto en el misterio— de la vida de Shakespeare: la muerte de su hijo Hamnet a los once años. De un misterio a otro misterio aún mayor —el suicidio de Alan Turing— es el que propone Will Evans en Murmullo (Alba), a través del personaje ficticio de Alec Pryor, como Turing, matemático, criptógrafo, filósofo y homosexual. Y también, en todas partes, fuera de lugar. Este 2021 que ya lo tenemos aquí, Toni Morrison, fallecida en 2019, vuelve con la reedición de su novela más celebrada, Beloved (Lumen), una obra que se resiste a ser definida así que pasen treinta años —o, para ser exactos, treinta y cuatro—; Mary McCarthy con El grupo (Impedimenta), que alguien definió hace unos años como “Sexo en Nueva York antes de Sexo en Nueva York”; y Joanna Russ con El hombre hembra (Nova). Tres grandes clásicos del feminismo que suponen un auténtico regalo para los lectores. Pero también hay novedades menos conocidas que hablan de diversidad sexual, de género y de inclusión, que vale la pena tener en cuenta: Hans Blaer: Elle (Hoja de Lata) de Eiríkur Örn Norðdahl, Cómo luchamos por nuestras vidas (Dos bigotes) de Saeed Jones y Box Hill (Temas de hoy) de Adam Mars-Jones.





“Las definiciones pertenecen a los definidores...Y no a los definidos”.


Toni Morrison, Beloved



domingo, 13 de diciembre de 2020

El mayordomo nunca fue el asesino

Probablemente nunca pueda estar suficientemente agradecido a la persona que me descubrió a Agatha Christie, aunque ahora sea una novelista a la que ya no leo, y eso que sus novelas policíacas son más fáciles de encontrar en las librerías que las de Raymond Chandler y Dashiell Hammett, autores a los que aventajó ampliamente en número de obras escritas —ochenta novelas, numerosos relatos cortos, seis novelas románticas, tres libros de poemas e historias para niños y veintitrés piezas de teatro—, y sobre todo en ventas.  Pero eso no es todo: también se siguen escribiendo artículos o ensayos sobre ella (véase Agatha Christie. La biografía definitiva de la reina del crimende Eduardo Caamaño y La desaparición de Agatha Christie de José Luis Hernández Garvi, ambas publicadas por Almuzara en 2020) y sobre sus particulares métodos para planear el crimen perfecto. El éxito de Christie, a diferencia de los de Chandler y Hammett, no se debió a su estilo literario, pues el lenguaje nunca interesó a la autora de Asesinato en el Orient Express, Muerte en el Nilo y Diez negritos. Según el novelista inglés Anthony Burgess, Christie “fue la representante del grado cero de la escritura que tanto preocupó a Roland Barthes. [...] Agatha Christie escribe como si no tuviera antepasados literarios. Construye su trama como si fuera un problema de álgebra y la reviste con el mínimo de palabras. Sus novelas se traducen muy bien al italiano y al mongol o el celta primitivo. Pasan por la garganta como ostras. Nos atragantamos con la perla, que es la cuestión de ¿quién lo hizo?, pero no con el estilo”. ¿Por qué entonces sus novelas se siguen vendiendo por millones, y con ediciones traducidas a más de cien idiomas? Según John Curran, investigador inglés que tuvo acceso a los cuadernos personales de Christie, su éxito se debe a que la autora traspasó cuantas reglas de la ficción de detectives se le pusieron por delante, incluida la principal, enunciada por el escritor americano S.S. Van Dine en Twenty Rules for Writing Detective Stories [Veinte reglas para escribir historias de detectives]publicadas en The American Magazine en 1928: “El lector y el detective han de tener las mismas oportunidades para resolver el misterio”. A lo que el teólogo y escritor inglés Ronald Knox, en su célebre Decálogo del relato de detectives, añadió: “El detective no debe cometer el crimen”. Lejos de plegarse a las convenciones del género, en los tiempos en que tanto se hablaba del virtuosismo de las novelas Arthur Conan Doyle protagonizadas por Sherlock Holmes,​ Christie despuntó saltándose todas las reglas de la novela policíaca en El asesinato de Roger Ackroyd (1926)Algo que volvió a hacer en su última novela, Telón, publicada en 1975, aunque fue escrita cuatro décadas antes de su publicación, durante la Segunda Guerra Mundial. Christie lo tenía todo planeado, no sólo la muerte de su célebre detective belga, Hércules Poirot**, sino la suya propia, ocurrida tan solo unos meses después de la publicación de Telón como si el título lo avisara—, el 12 de enero de 1976.




 

“La novelista inglesa casi nunca defraudó, y pese a todos los clichés que pueden surgir en sus novelas detectivescas, en ningún caso, el mayordomo fue el asesino”.


Eduardo Caamaño, Agatha Christie. La biografía definitiva de la reina del crimen


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(*) Aquí lo “definitivo” es más un argumento de venta que una realidad basada en evidencias.

(**) En 2020, Poirot cumplió cien años de su nacimiento en la novela El misterioso caso de Styles, publicada en octubre de 1920.





lunes, 7 de diciembre de 2020

Un milagro en el tiempo

Si existe cierta unanimidad en señalar a The Paris Review como una de las mejores revistas literarias del pasado siglo, también debería haberla para saludar la publicación en formato libro de las entrevistas realizadas por la revista a lo largo de sesenta y siete años a un centenar de autores y autoras de América y Europa como el acontecimiento literario de este siglo. The Paris Review. Entrevistas (1953-2012), publicado recientemente por la editorial Acantilado en dos volúmenes de 2.832 páginas, podría haberse titulado El canon occidental de la entrevista, ya que el resultado es lo más parecido a una gran master class de literatura, impartida por nombres que con sólo pronunciarlos aceleran el ritmo cardiaco y provocan sudoración, temblor y vértigo: E. M. Forster, Ernest Hemingway, William Faulkner, T.S. Eliot, Robert Lowell, Isaak Dinesen, Truman Capote, Aldous Huxley, Boris Pasternak, Vladimir Nabokov, Louis-Ferdinand Céline, Jorge Luis Borges, Jack Kerouac, Raymond Carver, Julio Cortázar, Milan Kundera, Marguerite Yourcenar, Iris Murdoch, Kurt Vonnegut, Joan Didion, Nadine Gordimer, Don DeLillo, Susan Sontag, Ian McEwan, Paul Auster, Haruki Murakami, Salman Rushdie, Umberto Eco, Gabriel García Márquez y Camilo José Cela, entre otros. La revista The Paris Review nació en París en 1953, y se mudó a Nueva York, a la Calle 72, en 1973, conservando su legendario nombre y facturando una devoción por la letra impresa sin fecha de caducidad. Es imposible destacar de entre el centenar de entrevistas que conforman la edición española de The Paris Review —libro que según la editora Sandra Ollo ha llevado casi cinco años de trabajo*, como si no perteneciera a un tiempo concreto—, una entrevista por encima de otra. Todas las entrevistas tienen algo que contar, pero sobre todo están abiertas a tantas lecturas como páginas tiene el libro. Los autores no sólo hablan sobre su obra sino también sobre la obra de los demás. Así, para Huxley, entrevistado por Raymond Fraser y George Wickes (1960), el Ulises de Joyce “es un libro extraordinario, pero gran parte del libro consiste en muestras bastantes extensas de cómo no hay que escribir una novela”. De la obra de Virginia Woolf, opina por el contrario que la autora de La señora Dalloway “tiene una mirada de una clarividencia increíble, pero es como si lo observara todo a través de un cristal. Nunca toca nada”. Por su parte, Nabokov confiesa a su entrevistador, Herbert Gold (1967), haber leído de E.M. Forster, novelista que abre el primer volumen de The Paris Review, un único libro “que, por cierto, no me gustó**”. Pero más allá de los dimes y diretes entre entrevistador y entrevistado, el lector encontrará algo que aprender en cada una de sus páginas sobre la mejor literatura occidental moderna. Si París no se acaba nunca —en la feliz expresión de Enrique Vila-Matas***—,The Paris Review tampoco. Es un libro para leer y releer y volver a él cuantas veces haga falta. Hay muy pocos libros de los que se puedan decir que son un milagro sostenido en el tiempo.




“La mejor preparación intelectual para un aspirante a escritor es ahorcarse cuando descubra que escribir es una tarea tan difícil que raya en lo imposible. Luego alguien debería descolgarlo sin misericordia alguna, y, a partir de ahí, tendrá que esforzarse por escribir lo mejor que pueda durante el resto de su vida. Así al menos tendrá la historia del intento de suicidio para empezar”.


Ernest Hemingway, entrevistado por George Plimpton en 1958

(De The Paris Review. Entrevistas 1953-2012)



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(*) La traducción de los dos volúmenes ha corrido a cargo de María Belmonte, Javier Calvo, Gonzalo Fernández Gómez y Francisco López Martín.

(**) Todo indica que se trata de Pasaje a la india escrita por Forster en 1924. En cambio, para Nadine Gordimer, entrevistada por Jannika Hurwitt (1983), “Pasaje a la India es un libro absolutamente maravilloso que no conseguirán cargarse por mucho que lo enseñen en las universidades”.

(***) Vila-Matas fue entrevistado por el novelista inglés Adam Thirlwell en la edición de otoño de 2020 de The Paris Review.



martes, 1 de diciembre de 2020

Memoria y olvido

Por el espacio que los periódicos y las revistas les dedica, parece que las listas son el principal tema de interés cuando llega diciembre. Vivimos en una cultura que otorga un gran valor a las listas. En El infinito junco, la escritora y ensayista Irene Vallejo explica que: “Nos pasamos la vida haciendo listas, leyéndolas, memorizándolas, rompiéndolas, arrojándolas a la basura, tachando los objetivos cumplidos, aborreciéndolas y amándolas. Las mejores son las que conceden importancia a lo que enumeran y tratan de darle sentido. Las que acarician los detalles y la singularidad del mundo, impidiendo que perdamos de vista aquello que es valioso. Aunque ahora, en pleno bombardeo de fin de año, nos saturan tanto que apetece ponerlas en la lista negra”. No sé cómo encaja mi lista de libros favoritos de ficción y no ficción (de pretensiones mucho más modestas que la de los grandes rotativos nacionales) de 2020 en esta teoría, pero es cierto, hasta cierto punto. Las listas están hechas de memoria y olvido, más lo segundo que lo primero. Acaso porque, como escribió la legendaria editora de Vogue Diana Vreeland en sus memorias —tituladas con sus iniciales D.V., en un alarde más de economía que de prepotencia—: “Detesto la nostalgia. [...] No creo en nada anterior a la penicilina”. Les diré en lo que yo creo. Creo en la lectura, en la tarea de abandonarme, sustraerme, ausentarme, abismarme en esa dulce hendidura de un libro abierto entre las manos, con el corazón palpitándome en el pecho como si de un momento a otro fueran a cortar la luz.




Ficción


Mi gato Yugoslavia de Pajtim Statovci (Alianza)

GRM Brainfuck de Sibylle Berg (Alianza)

La vida lenta de Abdelá Taia (Cabaret Voltaire)

El club de Leonard Michaels (Malas tierras)

Otoño de Ali Smith (Nórdica)

Mi hermano de Afonso Reis Cabral (Acantilado)

En la Tierra somos fugazmente grandiosos de Ocean Vuong (Anagrama)

Quien sabe si mañana seguiremos aquí de Kim Young-Ha (Temas de hoy)

Mengele zoo de Gert Nygårdshaug (Capitán Swing)

10 El muro de John Lanchester (Anagrama)

11 El monstruo de la memoria de Yishai Sarid (Sigilo)

12 Himno de Ayn Rand (Deusto)






No Ficción


Cómo ser antirracista de Ibram X. Kendi (Rayo verde)

Hombres justos de Ivan Jablonka (Anagrama)

Blanco de Bret Easton Ellis (Literatura Random House)

D.V. de Diana Vreeland (Superflua)

Llamadme Ismael de Charles Olson (Siruela)

Hemingway en Otoño de Andrea di Robilant (Hatari Books)

Maternidad y creación de VV.AA. (Alba)

El arte de la crueldad de Maggie Nelson (Tres puntos)

9 Sontag de Benjamin Moser (Anagrama)

10 Cuando los inviernos eran inviernos de Bernd Brunner (Acantilado)

11 Los europeos de Orlando Figes (Taurus)

12 El piano soviético de Luca Ciammarughi (Scherzo & Antonio Machado Libros)





Cuentos


El hombre sin amor de Eduard Limónov (Fulgencio Pimentel)

Cuentos de Thomas Wolfe (Páginas de Espuma)

Relatos de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (Anagrama)

El hombre ilustrado de Ray Bradbury (Minotauro)

Hija de sangre y otros relatos de Octavia Butler (Consonni)

Rotos de Don Winslow (Harper Collins)

Quiénes son y qué sienten las plantas carnívoras de Alicia Schrödinger (Siruela)

Viajeros. De Jonathan Swift a Alan Hollinghurst de AA.VV. (Alba)

Propiedad privada de Lionel Shriver (Anagrama)

10 Camino a Macondo de Gabriel García Márquez (Literatura Random House)

11 Narraciones románticas alemanas de VV.AA. (Galaxia Gutenberg)

12 Cuentos completos de Lorrie Moore (Seix Barral)