miércoles, 26 de julio de 2017

Las tomas falsas del futuro

Ninguna de las virtudes de Philip K. Dick, así pasen cien años, parece más incontrovertible que la de ser siempre un escritor contemporáneo. Es uno de los escasos autores que pueden jactarse de haber entregado al menos una obra maestra en cada década desde los años cincuenta. No obstante, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Do Androids Dream of Electric Sheeps?, 1968), que Minotauro reeditará en septiembre coincidiendo con el estreno de Blade Runner 2049 de Denis Villeneuve, secuela de la primera adaptación cinematográfica dirigida por Ridley Scott, quintaesencia la mejor facultad que pueda poseer un escritor: hacer visible lo invisible, dar forma a lo informe, descodificar y transmitir el magma confuso de la existencia. Desde su muerte en 1982, el interés por la obra de Dick no ha dejado de crecer en todo el mundo, incluido nuestro país, donde Minotauro ha anunciado también la próxima publicación de la única novela juvenil del escritor americano, Nick y el Glimmung, hasta ahora inédita en castellano. Lejos de ser una obra menor posee el grado de realidad e irrealidad que sus novelas más célebres: El hombre el castillo, Tiempo de Marte, Los tres estigmas de Palmer Eldritch, Ubik, Fluyan mis lágrimas, dijo el policía y Una mirada en la oscuridad. Si bien Dick no tenía en gran estima esta novela, originalmente escrita en 1966, aunque publicada por primera vez en 1988, hay que creer a Roberto Bolaño cuando escribe, en Entre paréntesis: “Dick es bueno incluso cuando es malo y me pregunto, aunque ya sé la respuesta, de qué escritor latinoamericano se podría decir lo mismo. [...] Dick es Thoreau más la muerte del sueño americano. Dick escribe, en ocasiones, como un prisionero porque realmente, ética y estéticamente, es un prisionero”. Los datos biográficos de Dick que pueden considerarse ciertos son escasos: tuvo una infancia marcada por la muerte prematura de una hermana y una madre hipocondríaca con la que hablaba de mundos psíquicos y deidades malévolas. Lo que parece innegable es que en su biografía alcanza el clímax la crónica de toda una generación (la de los años 50 y 60) influida por las drogas y la paranoia que recorrió Estados Unidos de costa a costa durante la guerra fría. Brian Aldiss lo calificó como “uno de los maestros de las insatisfacciones de hoy en día”. Si algo hay que agradecerle a Dick es el habernos brindado la oportunidad de contemplar las tomas falsas del futuro.




"Tanta historia con las diferencias entre seres humanos auténticos y los ingenios humanoides. Y mis sentimientos fueron los contrarios a los esperados. Los que estoy acostumbrado a sentir, los que se me exige tener. [...]  Las cosas eléctricas también tiene sus vidas. Por insignificantes que sean”. 

Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?