Retomando cierta frase
hecha se podría afirmar que los caminos de la Academia Sueca son, ciertamente,
inescrutables. Poco podía imaginar el escritor británico de origen japonés
Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954) que este
jueves —hace pocas horas— le arrebataría el premio Nobel de Literatura 2017 a su compatriota
Haruki Murakami, favorito en todas las casas de apuestas. Desde su traslado a
los seis años a Surrey, Inglaterra, país en el que lleva publicadas siete
novelas, Pálida luz en las colinas (1982), Un artista
del mundo flotante (1986), Los restos del día (1989), Los inconsolables (1995), Cuando fuimos huérfanos (2000),
Nunca me abandones (2005) y
El gigante enterrado (2015) —todas publicadas en España por Anagrama—, Ishiguro ha desarrollado una obra literaria que escapa a
modas y tendencias, o más bien, como escribió el crítico Javier Aparicio
Maydeu, en un artículo titulado En el laboratorio de géneros publicado en Babelia: "No es que Ishiguro no siga las
tendencias, ocurre que las sigue a destiempo, las elige cuando no están
vigentes y las restituye. Ah, y, a la vieja usanza, es él, el autor, el que va
a buscarlas, no permite que ellas, las tendencias, lo vengan a buscar a él".
Ishiguro bien puede ser el primer novelista —aunque unos pocos segundos
por delante de Julian Barnes, Ian McEwan y Martin Amis— de su generación, y
ciertamente uno de los pocos de los que puede decirse que posee una
sensibilidad híbrida que le permite entrar y salir de los géneros más populares
(novela negra, ciencia ficción, fantasía heroica) y llevarlos a niveles de
eficacia y sofisticación increíbles. Si bien Ishiguro no es un escritor
prolífico, es un escritor en marcha, atento a los acontecimientos del mundo
flotante actual, no muy diferente al del período Edo de la historia de Japón,
que "vivía sólo para el momento", como escribió Asai Ryōi en Historia
del mundo flotante (1661). La novela más reciente de
Ishiguro, El gigante enterrado (The Buried Giant,
2015; Anagrama, 2016), ambientada en la Inglaterra del siglo VI, narra la
historia de una pareja de ancianos, Axl y Beatrice, que deciden emprender un
viaje en busca de su hijo, aunque no logran recordar las causas de su partida.
Tanto Axl como Beatrice han perdido la memoria, pero no por la edad, sino
debido a una misteriosa niebla que borra los recuerdos a
medida que se expande por la región. El gigante enterrado
tiene un formato clásico de novela de aventuras y una trama coral en la que
colisionan personajes a cada cual más insólito: Sir Gawain, el sobrino de rey
Arturo; Wistan, un guerrero sajón; Querig, un dragón hembra; ogros y trasgos. A
todos ellos modela Ishiguro como el más versado de los herreros: esculpidos a
martillazos pero cuidados hasta el último detalle. Cuando se publicó la novela original,
algunos se preguntaron si Ishiguro había querido darle algún significado alegórico
que no resulta evidente, pero que existe según el escritor Neil
Gaiman. Tal vez sólo sea una vía para evadirse de este mundo que se ha vuelto
tan feo, falso y violento.
"Me pregunto si lo que sentimos hoy en nuestros corazones no es semejante
a esas gotas de lluvia que siguen cayendo sobre nosotros desde las hojas
empapadas que tenemos encima, pese a que en el cielo ya hace rato que ha dejado
de llover. Me pregunto si, sin nuestros recuerdos, lo único que le espera a
nuestro amor es apagarse y morir".
Kazuro Ishiguro, El gigante enterrado