jueves, 5 de octubre de 2017

Un Nobel del mundo flotante

Retomando cierta frase hecha se podría afirmar que los caminos de la Academia Sueca son, ciertamente, inescrutables. Poco podía imaginar el escritor británico de origen japonés Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954) que este jueves —hace pocas horas— le arrebataría el premio Nobel de Literatura 2017 a su compatriota Haruki Murakami, favorito en todas las casas de apuestas. Desde su traslado a los seis años a Surrey, Inglaterra, país en el que lleva publicadas siete novelas, Pálida luz en las colinas (1982), Un artista del mundo flotante (1986), Los restos del día (1989), Los inconsolables (1995), Cuando fuimos huérfanos (2000), Nunca me abandones (2005) y El gigante enterrado (2015) —todas publicadas en España por Anagrama—, Ishiguro ha desarrollado una obra literaria que escapa a modas y tendencias, o más bien, como escribió el crítico Javier Aparicio Maydeu, en un artículo titulado En el laboratorio de géneros publicado en Babelia: "No es que Ishiguro no siga las tendencias, ocurre que las sigue a destiempo, las elige cuando no están vigentes y las restituye. Ah, y, a la vieja usanza, es él, el autor, el que va a buscarlas, no permite que ellas, las tendencias, lo vengan a buscar a él". Ishiguro bien puede ser el primer novelista —aunque unos pocos segundos por delante de Julian Barnes, Ian McEwan y Martin Amis— de su generación, y ciertamente uno de los pocos de los que puede decirse que posee una sensibilidad híbrida que le permite entrar y salir de los géneros más populares (novela negra, ciencia ficción, fantasía heroica) y llevarlos a niveles de eficacia y sofisticación increíbles. Si bien Ishiguro no es un escritor prolífico, es un escritor en marcha, atento a los acontecimientos del mundo flotante actual, no muy diferente al del período Edo de la historia de Japón, que "vivía sólo para el momento", como escribió Asai Ryōi en Historia del mundo flotante (1661). La novela más reciente de Ishiguro, El gigante enterrado (The Buried Giant, 2015; Anagrama, 2016), ambientada en la Inglaterra del siglo VI, narra la historia de una pareja de ancianos, Axl y Beatrice, que deciden emprender un viaje en busca de su hijo, aunque no logran recordar las causas de su partida. Tanto Axl como Beatrice han perdido la memoria, pero no por la edad, sino debido a una misteriosa niebla que borra los recuerdos a medida que se expande por la región. El gigante enterrado tiene un formato clásico de novela de aventuras y una trama coral en la que colisionan personajes a cada cual más insólito: Sir Gawain, el sobrino de rey Arturo; Wistan, un guerrero sajón; Querig, un dragón hembra; ogros y trasgos. A todos ellos modela Ishiguro como el más versado de los herreros: esculpidos a martillazos pero cuidados hasta el último detalle. Cuando se publicó la novela original, algunos se preguntaron si Ishiguro había querido darle algún significado alegórico que no resulta evidente, pero que existe según el escritor Neil Gaiman. Tal vez sólo sea una vía para evadirse de este mundo que se ha vuelto tan feo, falso y violento.




 "Me pregunto si lo que sentimos hoy en nuestros corazones no es semejante a esas gotas de lluvia que siguen cayendo sobre nosotros desde las hojas empapadas que tenemos encima, pese a que en el cielo ya hace rato que ha dejado de llover. Me pregunto si, sin nuestros recuerdos, lo único que le espera a nuestro amor es apagarse y morir". 

Kazuro Ishiguro, El gigante enterrado