miércoles, 30 de agosto de 2017

La rentrée en 4 3 2 1...

Cuatro son las novedades editoriales que llaman mi atención de la rentrée de otoño.


4

En nuestro país se conoce poco la obra de Leonard Michaels (1933-2003) y parece que sigue habiendo escaso interés en saber más sobre el autor americano, hijo de padres judíos, a pesar de tener publicados aquí dos magníficos libros, Luna de miel (Honeymoon [A Girl With a Monkey: New and Selected Stories], 2000; Nórdica, 2011) y Los cuentos (The Colleted Stories, 2007; Lumen, 2010). No se crea por ello que Libros del Asteroide haya dado muestras de querer arrojar la toalla, sino que, por el contrario, ha dejado claro que presentará batalla en septiembre con Sylvia (Sylvia, 1992), novela autobiográfica que arranca con uno de esos comienzos de los que todos hubiéramos querido ser los autores: "En 1960, después de seguir dos cursos de doctorado en Berkeley, volví a Nueva York sin un título, sin la menor idea de lo que haría y con el único deseo de escribir relatos". Como señala Alan Pauls en el prólogo, Sylvia es "la versión estilizada del primer, catastrófico matrimonio" del autor —con la inestable Sylvia Bloch, quien acabó suicidándose, víctima de su propia paranoia—, en el que la realidad de las diferencias personales se impone a la ensoñación del enamoramiento, y la magia del primer momento se esfuma tan rápido como llegan los celos, la depresión y la locura.




3

La trilogía de Kate y Baba de la escritora irlandesa Edna O’Brien, compuesta por Las chicas de campo (The Country Girls, 1960), La chica de los ojos verdes (The Lonely Girl, 1962) y Chicas felizmente casadas (Girls in Their Married Bliss, 1964) se convirtió en un inesperado éxito de ventas desde el mismo momento en que se publicó en su país. La trilogía de las dos amigas irlandesas llegó a España en 2013, de la mano de la editorial Errata naturae, manteniendo incólumes el éxito y el encanto de la prosa original en la meritoria traducción de  Regina López Muñoz. Un lugar pagano (A Pagan Place, 1970; Errata naturae, 2017), el esperado regreso de O’Brien a las librerías españolas, arroja algo más de luz sobre la infancia y juventud de la autora en la Irlanda rural de los años treinta y cuarenta. Un lugar pagano se convirtió en la obra clave para que O’Brien pasara de ser una escritora de éxito, a constituirse en escritora de prestigio. Con un gran respeto y piedad por sus personajes, O’Brien plasma esas vidas desde la observación realista de la cotidianidad que anuncia la cita de Bertolt Brecht que abre el libro: "Llevo un ladrillo sobre el hombro para que el mundo sepa cómo era mi casa". Leer a O’Brien es como escuchar crecer la hierba.




2

Gracias a la editorial argentina Mardulce podemos disfrutar en España de La galaxia caníbal (The Cannibal Galaxy, 1983), una de las primeras novelas de la escritora americana de origen judío Cynthia Ozick, de la que también ha publicado Los papeles de Putermesser (The Puttermesser Papers, 1997; 2014) y Metáfora y memoria (Metaphor & Memory, 1989; 2016), que se suman a los ya publicados por Lumen: Los últimos testigos (Heir to the Glimmering World, 2004; 2006), Cuerpos extraños (Foreign Bodies, 2010; 2013), Cuentos reunidos (Collected Stories, 2007; 2015) y El chal (The Shawl, 1989; 2016). Al igual que en sus novelas posteriores y relatos, en La galaxia caníbal Ozick se ocupa de los inmigrantes judíos supervivientes del Holocausto en los Estados Unidos a través de la vida de Joseph Brill, director de una escuela primaria del Medio Oeste, que ha emigrado desde Francia algunos años después de terminar la Segunda Guerra Mundial. Durante la guerra Brill estuvo oculto en un sótano, donde devoró la biblioteca de un sacerdote excéntrico. Si hay belleza en La galaxia caníbal, no es en un sentido convencionalmente estético; ésta surge a partir de su fuerza moral.




1

En su última novela, 4 3 2 1 (4 3 2 1, 2017; Seix Barral, 2017) Paul Auster vuelve a Nueva York, si es que alguna vez se fue. Gozamos a estas alturas de perspectiva suficiente como para constatar que estamos ante su obra más ambiciosa y personal. Perspectiva para apreciar que no sobra ni una sola de sus 957 páginas —aunque hay quien ya ha sacado las tijeras de podar—, que bastan para desmentir la opinión equivocada de que Auster es un escritor sin preocupaciones de estilo. El título de la novela hace referencia a las cuatro vidas de un personaje, Ichabod (Archie) Ferguson o, lo que es lo mismo, a cuatro personajes diferentes que comparten el mismo nombre, los mismos padres, el mismo lugar y fecha de nacimiento: el 3 de marzo de 1947. El azar y las coincidencias, como es habitual en el autor de El libro de las ilusiones, mueven muchos resortes que no voy a revelar aquí para no arruinar el disfrute de la lectura. Más que una obra de plenitud (esperamos muchas más novelas como ésta), 4 3 2 1 tiene la apariencia de ser una muestra de resistencia contra el tiempo. Éste es Auster escribiendo sobre aquello que ha hecho de él uno de los grandes escritores de nuestro tiempo.




"Según la leyenda familiar, el abuelo de Ferguson salió a pie de Minsk, su ciudad natal, con cien rublos cosidos en el forro de la chaqueta, y pasando por Varsovia y Berlín viajó en dirección oeste hasta Hamburgo, donde sacó billete en un buque llamado The Empress of China, que cruzó el Atlántico entre agitadas tormentas invernales y entró en el puerto de Nueva York el primer día del siglo xx. Mientras esperaba la entrevista con un agente de inmigración en la isla de Ellis, entabló conversación con otro judío ruso. Su compatriota le dijo: Olvida el apellido Reznikoff. Aquí no te servirá de mucho. Necesitas un nombre americano para tu nueva vida en América, algo que suene bastante en este país. Como en 1900 el inglés aún era una lengua extraña para él, Isaac Reznikoff pidió una sugerencia a su compatriota, mayor y con más experiencia. Diles que te llamas Rockefeller, le contestó aquel hombre. Con eso no puedes equivocarte. Pasó una hora, luego otra, y cuando el Reznikoff de diecinueve años se sentó para que lo interrogara el agente de inmigración, había olvidado el nombre que su compatriota le había sugerido. ¿Cómo se llama?, preguntó el agente. En su frustración, el cansado inmigrante soltó en yidis: Ikh hob fargessen! (¡Se me ha olvidado!). Y así fue como Isaac Reznikoff empezó su nueva vida en Estados Unidos con el nombre de Ichabod Ferguson". 

Paul Auster, 4 3 2 1