No es cierto que Nueva York, en todas las lenguas,
signifique oportunidad. Pero resulta innegable que hay todo un imaginario
creado por la literatura y el cine sobre Nueva York, desde los cuentos de O’Henry
situados en el bajo del West Side (La habitación amueblada) a las novelas de Paul Auster (Ciudad
de cristal, Fantasmas, La habitación cerrada), pasando por las películas de Woody
Allen (Annie Hall, Manhattan), y, en cambio, apenas hay alguno dedicado a Augusta, la capital
de Maine, a no ser por algunas novelas de Stephen King y John Irving, situadas
en este estado ubicado en la región noreste de Estados Unidos. Tras los atentados de Nueva York del 11 de septiembre de 2001 se multiplicaron por cien los libros
dedicados a glosar la rica vida de la ciudad de los rascacielos, entre ellos El coloso de Nueva York (The Colossus of New York, 2003), de Colson Whitehead, que
Literatura Random House reeditará en septiembre coincidiendo con la publicación en la misma editorial de su última novela El ferrocarril subterráneo (The Underground Railroad, 2016), galardonada con el
premio Pulitzer 2017. En octubre también llegará a las librerías la reedición de su novela Zona Uno (Zone One, 2011; Destino, 2017), ambientada en un Nueva York postapocalíptico, que nada tiene que ver con el terrorismo sino con los zombis. Whitehead escribió El coloso de Nueva York como homenaje a la ciudad en la que nació en 1969, pero también para deshacer algunos malentendidos: "Los libros de historia y los documentales
televisivos están siempre tratando de proporcionarte todo tipo de datos acerca
de Nueva York. Que Canal Street había sido un canal. Que el parque Bryant era
un embalse. Paparruchas. Yo he estado en Canal Street y la única vez que vi
correr un río por allí fue durante el último reventón. No escuches nunca lo que
la gente te cuente de Nueva York, porque si no lo presencias, no forma parte de
tu Nueva York y lo mismo daría que fuera Jersey. [...] La ciudad de Nueva York
en que tú vives no es mi ciudad de Nueva York; ¿cómo podría serlo? Este lugar
se multiplica cuando no miras". ¿Auténtica memoria del barrio? No diré que no. Es lo primero que he pensado leyendo: "Eres neoyorquino cuando lo que estaba antes es más real y está más vivo que lo que hay ahora". Para Whitehead no hay otra ciudad como Nueva York. No sólo porque Nueva York cambia cada minuto, sino también porque sólo confiará sus secretos a quien éste dispuesto a darle el tiempo que necesita.
"Yo estoy aquí porque nací aquí y en consecuencia no
sirvo para ningún otro sitio, pero tú no sé. Quizá también seas de aquí y antes
o después descubriremos que vivíamos a una manzana de distancia y ni siquiera
lo sabíamos. O quizá te mudaste hace un par de años por cuestiones de trabajo.
Quizá estudiabas aquí. Quizá viste el panfleto. La ciudad ha dedicado una
cantidad considerable de tiempo y de dinero en prepararlo, con todo el conjunto
de películas, programas televisivos y canciones... la idea esa de que ‘Aquí
puedes conseguirlo’. La
ciudad también ha dedicado muchos esfuerzos para que tu población natal parezca
de lo más sosa y pequeña, solo por si acaso alguna vez te preguntaras por qué a
veces resulta una lata regresar a ella”.
Colson Whitehead, El coloso de Nueva York