Víctima de la continua avalancha de novedades, Nosotros en la noche (Our Souls at Night, 2015) de Kent Haruf, publicada por
Literatura Random House en septiembre de 2016, ha pasado sin pena ni gloria por
las librerías españolas, al igual que su novela anterior, Plainsong (1999; Planeta, 2000). La crítica
anglosajona ha dicho de Nosotros en la noche que "posee una originalidad deslumbrante", una
afirmación que probablemente quiere decir que la historia que cuenta no es nada
convencional. No obstante, su atractivo no reside tanto en su argumento como en
su estilo. Un estilo, el de Haruf, que yo creo es uno de los grandes estilos de
la literatura norteamericana, el que cultivaron tanto Ernest Hemingway como
John Cheever, con paradas en Eudora Welty, Raymond Carver y Richard Ford, entre otros apeaderos
narrativos donde el lector desciende un momento del tren detenido y mira a su alrededor. En Nosotros en la noche Haruf nos acerca a la realidad de la vejez narrada con
sobriedad, con sencillez, con unas pocas lecciones bien aprendidas sobre el
arte de narrar. Muy gradualmente, a medida que la relación de amistad y de secretos lazos de afecto entre Addie Moore y
Louis Waters se va estrechando —ambos son viudos y vecinos de Holt, Colorado—
vamos enterándonos de los sinsabores de sus vidas, llenas de pequeños fracasos y tragedias. Haruf
nos acerca a la pareja sin prolijas descripciones ni sentimentalismos hueros, pero
con la suficiente profundidad para ir más allá de la historia de dos viejos
charlando tendidos en la oscuridad, incapaces de escapar de la prisión de sí
mismos que ya desde el título se proclama. Este sería el mayor secreto del
estilo de Haruf que se empeña en sujetar las palabras de manera que no excedan
nunca los límites de lo que han de nombrar. Decía Herman
Melville que "lo que se nombra es menos temible". Después de leer Nosotros en la noche, no lo tengo tan claro.
"Él iba a su casa por la noche, pero ya no era lo
mismo. No sentían el mismo placer alegre ni la sensación de descubrimiento. Y
poco a poco algunas noches Louis fue quedándose en su casa, noches en las que
Addie leía a solas durante horas, sin querer tenerlo a su lado en la cama. Dejó
de esperarlo, desnuda. Todavía se abrazaban por la noche cuando se quedaba con
ella, pero más por costumbre y desolación y soledad y desánimo anticipados,
como si trataran de atesorar los momentos que pasaban juntos para lo que
vendría".
Kent Haruf, Nosotros en la noche
Kent Haruf, Nosotros en la noche