domingo, 16 de agosto de 2020

Ya no estamos en Kansas

Afirmar que la novela criminal dijo todo lo que tenía que decir antes del cambio de siglo es algo que no por aventurado deja de ser cierto. A cada género le corresponde un momento de descubrimiento, un período de esplendor y, finalmente, la decadencia. Pero tanto en el cenit de su popularidad como en los momentos menos inspirados siempre destaca y perdura la singularidad. A sangre fría (In Cold Blood, 1966; Anagrama, 1987, reed. 2019) de Truman Capote es una de esas singularidades que no tienen equivalentes, sólo émulos.  Cuando uno acaba A sangre fría se le queda el mismo cuerpo que cuando termina un novelón de Thomas Hardy: con la sensación de haber vivido durante un tiempo dentro de un universo con sus propias reglas. O como le oímos decir a Dorothy (Judy Garland) a su terrier negro en la película El mago de Oz de Victor Flemingbasada en la célebre novela de L. Frank Baum: “Totó, tengo el presentimiento de que ya no estamos en Kansas”. Eso mismo debieron pensar los habitantes de Holcomb, Kansas, cuando se enteraron por los periódicos del asesinato de los cuatro miembros de una familia acomodada y respetada en la región: Herbert Clutter, su mujer Bonnie y sus hijos Kenyon, de 15 años, y Nancy, de 16 años. Los hechos ocurrieron en la madrugada del 15 de noviembre de 1959. Los asesinos, Perry Smith y Dick Hickock, fueron capturados y ejecutados —en la prisión de Lansing, Kansas, en 1965— y su historia se convirtió en el argumento de la primera novela de no ficción” americana, A sangre fría. Antes del múltiple crimen, Kansas era “el lugar adonde Dorothy quiere regresar. Es donde crece Supermán. Es donde Bonnie y Clyde roban un coche y Elmer Gantry estudia la Biblia [...] y el antihéroe mojigato de Una tragedia americana [de Theodore Dreiser] aprende las costumbres pecaminosas del mundo”, escribió el periodista e historiador Thomas Frank en ¿Qué pasa con Kansas?*. La novela de Capote cambió todo eso. Le hizo un roto al sueño americano poniendo a Kansas en el mapa de la violencia homicida del país. Tras pasar seis años investigando el caso, exprimiendo y saboreando todas las disfunciones del sistema, Capote sufrió también una profunda transformación acelerada por el éxito de ventas de su novela. Ya no era “el hombre relativamente joven que fue por primera vez a Kansas con treinta y cinco años”**. Se había deshecho por completo del muchacho del flequillo para convertirse en un hombre de mundo, que se diría escapado de alguna página perdida de Scott Fitzgerald. Lo que está claro es que hubo un antes y un después, un punto de inflexión en la novela criminal que se desarrollaría en la segunda mitad del siglo XX. En realidad, podríamos hablar de varias novelas que se suceden, pues cada fase de la investigación llevada a cabo por Capote tras el crimen —con la ayuda de Harper Lee, por entonces ocupada en la redacción de su primera novela, Matar a un ruiseñor—, podría bastar por sí misma. Si bien en el momento de su aparición y a pesar de los elogios de la crítica, Norman Mailer calificó el estilo periodístico de A sangre fría como “un fracaso de la imaginación”, él mismo no dudó en ponerlo en práctica en La canción del verdugo. La encomiable pero fallida radicalidad con que la novela criminal buscó posteriormente nuevos caminos —con la excepción de Mis rincones oscuros de James Ellroy, Medianoche en el jardín del bien y del mal de John Berendt y El adversario de Emmanuel Carrère— hace añorar los hallazgos de A sangre fría y, sobre todo, hace difícil concebir una forma más sugestiva de romper las fronteras entre géneros.




“La sensación de miedo no habría sido ni la mitad de intensa si esto le hubiera sucedido a otra familia distinta de los Clutter. A una familia menos admirada. Próspera. Segura. Pero esa familia representaba todo lo que la gente de estos pagos valora y respeta, y si algo tan horrible puede sucederle a ellos... Bueno, es como si les hubieran dicho que Dios no existe”. 


Truman Capote, A sangre fría



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(*)Thomas Frank, ¿Qué pasa con Kansas? (What's the Matter with Kansas? How Conservatives Won the Heart of America, 2004; Antonio Machado Libros, 2008).

(**) Gerald Clarke, Truman Capote. La biografía (Truman Capote. The Biography, 1988; Ediciones B, 1989, reed.1993).