“Arder es un arte.
También lo es quemar”, dice la protagonista de El libro de Joan,
primera incursión en la ciencia ficción de la escritora americana Lidia
Yuknavitch. Si hubo un tiempo en el que quemar fue un arte revolucionario, como
antes había existido un arte feudal, sin duda fue el de Mayo del 68. En París,
Praga, Tlatelolco y Chicago, las calles ardieron, se montaron
barricadas y la juventud se movilizó para gritar: “No te fíes de nadie mayor
de cuarenta años”. La brecha generacional que se abrió en Mayo del 68 no sólo fue la
más grande de la historia, sino también la que más eslóganes dejó para la
posteridad. Uno de esos eslóganes llamó la atención más que otros. Do it!
(¡Hazlo!) se escuchó gritar a un puñado de yippies mientras ocupaban
las calles y los alrededores del Anfiteatro Internacional de Chicago donde se
celebraba la Convención Nacional Demócrata de 1968. De
lo que sucedió en aquellos días en los que se forjó el movimiento yippie
—término derivado de las siglas de Youth Internacional Party—, dio cuenta Jerry
Rubin en ¡Hazlo! Escenarios de la revolución del 68
(DO IT!: Scenarios of the Revolution, 1970;
Blackie Books, 2010 [2018]), un libro que invita a tomar las calles,
si no estuvieran ya tomadas por colectivos y movimientos sociales de todo tipo:
feminista, ecologista, pensionista, okupa, LGTB, Xnet, 15MpaRato,
antiglobalización, etcétera. Pese
a que nadie se tomó en serio el libro de Rubin —lean los títulos de los capítulos
de este clásico incendiario y no tendrán ninguna duda de que el activista y posteriormente broker no disparaba con
balas de fogueo: Cualquier capullo puede presentarse a alcalde, El dinero es
una mierda: quemar dinero, saquear y hurtar en tiendas te puede colocar, Liberad a los presos y encarcelad a los jueces, Quemad las escuelas, A Dios que lo follen—, su diatriba contra Amérika enfureció tanto a los demócratas como a los republicanos, aunque no tanto como a su tía Sadie, a
la que Rubin dedica estas palabras: “Los amerikanos son puritanos.
A los amerikanos les da miedo el sexo. Amérika ha creado una prisión sexual
donde los hombres creen que tienen que ser superhombres y están obligados a ver
la sensibilidad como flaqueza. [...] Tía Sadie, no te lo vas a creer, pero en
cuanto a tu cuerpo, eres una carca. [Nosotros] amamos nuestros cuerpos. A veces
hasta nos olisqueamos el sobaco”. ¡Hazlo!, a
la manera de las Memorias de ultratumba
de Chateaubriand, es el reflejo cultural de unos tiempos convulsos que Rubin
vivió como testigo y principal protagonista —junto a otro grande de la contracultura más rabiosa, Abbie Hoffman, que el 24 de agosto de 1968 paralizó la Bolsa de
Nueva York arrojando 200 billetes de un dólar entre los operadores causando un
caos que llegó hasta los mercados financieros del otro lado del Atlántico—, y que modificaron
drásticamente la forma en que nos vemos a nosotros mismos y el mundo que nos
rodea.
“Crecer
significa recoger basura. Mantenerse joven significa deshacerse de la basura
que vas recogiendo. Yo propongo permitir el voto a partir de los cinco años y
retirárselo a quien tenga más de cuarenta, a menos que sea capaz de vomitar
toda la basura que lleva encima”.
Jerry Rubin,
¡Hazlo! Escenarios de la revolución del 68