Karel Čapek se aproximó a algo parecido a lo que estamos
viviendo y lo que vendrá en La guerra de las salamandras (Válka s Mloky, 1936), un título prácticamente fijo en todas las
encuestas sobre las mejores novelas de ciencia ficción del siglo XX, aunque no ha conseguido, sin embargo, calar en el imaginario popular como La
guerra de los mundos de H.G. Wells, Un
mundo feliz de George Orwell o Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. La culpa no la tiene el escritor checo, sino las
pobres ediciones españolas de su novela, impresa en formato pequeño, con
caracteres malos y minúsculos y papel de pésima calidad. Ahora su suerte va a
cambiar, gracias a dos magníficas ediciones que merecen ser destacadas, la de
Libros del Zorro Rojo, con traducción de Anna Falbrová e ilustraciones del
artista pop Hans Ticha, que lo convierten en el libro más hermoso del mundo; y
la de Impedimenta, con el título La guerra con las salamandras, traducida por Patricia Gonzalo de Jesús, de próxima aparición. Escrita
al margen de la entonces desprestigiada literatura de ciencia ficción, la obra
de Čapek ha sido reivindicada en los últimos años como una de las novelas
fundacionales del género distópico. La guerra de las salamandras es una parábola futurista cuyo significado se encuentra menos en su
historia —un marino mercante holandés descubre una especie gigante de
salamandras inteligentes en una isla remota del sureste asiático a las que enseña a hablar y con el
tiempo se convierten en mano de obra barata— que en su escalofriante
premonición de la naturaleza totalitaria del régimen nazi que se avecinaba, y
que más tarde prohibiría el libro de Čapek, sin saber que le estaban haciendo un favor al ponerlos en la lista de autores y libros calificados por el Tercer Reich como
"nocivos e indeseables” junto a Joseph Roth, Thomas Mann o Franz Kafka. Se trata de un clásico indiscutible que, al mostrar el lado oscuro del
humanismo científico y tecnológico, se erigió en martillo de los totalitarismos, del capitalismo sin
escrúpulos, de la explotación laboral, de la carrera armamentística y de la lucha
por la supremacía tecnológica. Qué mejor lectura que La guerra de las
salamandras para celebrar el
Día del Libro.
“Me
sentiría muy aliviado si las salamandras se enfrentasen a los humanos pidiendo
alguna reivindicación, exigiendo algo. Entonces se podría tratar con ellas,
hacer diferentes concesiones, contratos o compromisos. Pero su silencio es
terrible. Me asusta su incomprensible demora. Podrían, por ejemplo, pedir
ciertas ventajas políticas. [...] Pero las salamandras no piden nada más que
aumentar su rendimiento y sus encargos. Hoy ya podemos preguntar adónde irá a
parar todo esto. A veces se ha hablado del peligro amarillo, negro o rojo; pero
en aquellos casos se trataba de seres humanos, con lo cual lograríamos, más o
menos, imaginar qué podrían querer. Pero, aunque no tengo idea de cómo ni
contra qué estaremos obligados a defendernos, una cosa sé, por lo menos, con
seguridad: que si a un lado están las salamandras, al otro estará toda la
humanidad”.
Karel Čapek,
La guerra de las salamandras