sábado, 21 de abril de 2018

El fin de la inocencia

Existe un término de acuñación italiana, el “dietrismo”, que hace referencia a la actitud de aquellos que creen que ven conspiraciones e intrigas detrás de los acontecimientos de la vida política, económica y social, que determinan a la postre el devenir de nuestras vidas. Pues bien, la historia de El reglamento (North Facing, 2017; Tusquets, 2018), la última novela del escritor sudafricano Tony Peake —la primera que su publica en España— no está lejos de la cultura de la sospecha. En vísperas de que se celebre el juicio contra Nelson Mandela, que le condenaría a 27 años de cárcel, en un internado de Pretoria un grupo de colegiales son reclutados por el matón de la clase, Du Toit, también fundador y líder de la pandilla más deseada del colegio, para espiar a sus profesores sin que ellos sean conscientes de lo que están haciendo. El protagonista de la novela, Paul Harvey, alter ego de Peake —ex alumno de la escuela preparatoria Waterkloof House de Pretoria—, es un chico sensible y solitario, que se siente rechazado y necesita amigos, aún si no son los mejores amigos que podría tener. Por eso, cuando Du Toit le invita a unirse a su pandilla acepta de inmediato: “Otro niño más sensato habría juzgado más oportuno mantenerse al margen. Para Paul, sin embargo, eso hubiera conllevado desoír la presión añadida que ejercían sus padres. El hecho de que siempre desearan lo mejor para él. Que desearan también sentirse orgullosos de él; en eso insistían constantemente. Siempre hacían hincapié en que se adaptara al colegio. En que hiciera más amigos, ¿por qué no hacía más amigos? En que se integrara. No les gustaba imaginárselo tan solo, con el dinero que estaban costando sus estudios. ¿No podía esforzarse un poco más? Por el bien de ellos, además de por el suyo propio”. El interés de Peake, en esta novela de tintes autobiográficos, está del lado más bien didáctico. Formamos parte de un todo, viene a decirnos y, por ello, cualquier acción que hagamos, u omitamos, tiene un resultado directo sobre nuestro entorno, primero, y sobre el mundo, después. En El reglamento, Peake construye un ecosistema emocional y sexual de un tiempo y un país del que es difícil salir ileso. A mí me ha tocado el corazón. Me ha recordado a otra obra que enamora sin esfuerzo, Reencuentro (Reunion, 1971; Tusquets, 1987 [2016]) de Fred Uhlman. Pues, al igual que la novela del escritor alemán de origen judío, El reglamento es una delicada mirada al fin de la inocencia.




“Mientras Paul devolvía aquellos volúmenes a sus estantes, que llenaban las cuatro paredes de la biblioteca desde el suelo hasta el techo, pensó de nuevo en lo seguro, lo arropado que le hacía sentir siempre la biblioteca. En parte por lo bien ordenada que estaba, pero también porque sus anaqueles amortiguaban todo rastro de ruido exterior”.

Tony Peake, El reglamento