domingo, 12 de mayo de 2019

Una sombra de mujer

Si hay una virtud que ha alcanzado la escritora de ciencia ficción y fantasía Lois McMaster Bujold sobre el resto de aspirantes al podio de la space opera es su talento para tejer historias espaciales en el confín del universo. Sólo la saga de Miles Vorkosigan alcanza ya los quince libros, que ahora Nova (Penguin Random House) ha vuelto a poner en circulación en edición de bolsillo y con nuevas portadas diseñadas ex profeso para la ocasión por la ilustradora y dibujante de comics Marina Vidal. La saga Vorkosigan comprende hasta la fecha los títulos Fragmentos de honor (Shards of Honor, 1986), El aprendiz de guerrero (The Warrior’s Appentice, 1986), Ethan de Athos (Ethan of Athos, 1986), En caída libre (Falling Free, 1988), Hermanos de armas (Brothers in Arms, 1989), Fronteras del infinito (Borders of Infinity, 1989), El juego de los Vor (The Vor Game, 1990), Barrayar (Barrayar, 1991), Danza de espejos (Mirror Dance, 1994), Cetaganda (Cetaganda, 1996), Recuerdos (Memory, 1996), Komarr (Komarr, 1998), Una campaña civil (A Civil Campaign, 1999), Inmunidad diplomática (Diplomatic Immunity, 2002) y Criópolis (Cryoburn, 2010), aunque la secuencia interna de los libros, según The Vorkosigan Companion, no es el orden en el que fueron escritos. Miles Vorkosigan, aventurero, mercenario, espía, diplomático y auditor imperial, es uno de esos personajes de otra galaxia que no necesitan aparecer en escena —de hecho en Barrayar son los padres de Miles los protagonistas absolutos—, para cambiar la vida de los que le rodean. Si tuviera que quedarme con un libro de la saga —aunque por qué quedarse con uno cuando puedes ternerlos todos—, ese sería sin duda Ethan de Athos, cuyo personaje principal es el doctor Ethan Urquhart, Jefe de Biología en el Centro de Reproducción del Distrito de Sevarin. Ethan de Athos es una novela sutil y corrosiva, fronteriza, un thriller sobre la compra-venta de óvulos en una colonia planetaria poblada exclusivamente por hombres. Sin embargo, la mujer está ahí, en la sombra: “En una mujer uno no veía esquemas y gráficas y números, sino los genes de tus propios hijos personificados y encarnados. Así, cada cultivo ovárico de Athos proyectaba una sombra de mujer, desconocida, imposible de erradicar”. La novela de Bujold bebe tanto de Un mudo feliz, la distopía de Aldous Huxley que anticipaba el desarrollo de la tecnología reproductiva, como de la obra embrionaria del feminismo La mano izquierda de la oscuridad, en la que Ursula K. Le Guin desafía y subvierte las convenciones de los roles de género. Ni rastro de los parámetros acomodaticios que atenazan la space opera a modo de camisa de fuerza de sus correligionarios masculinos.




“—¿Se da cuenta de que no soy un ser humano, doctor Urquhart? Soy un producto genético artificial, un compuesto de una docena de fuentes, con un órgano sensor que nadie ha tenido jamás y se agazapa como una araña en mi cerebro. No tengo padre ni madre. No nací, me crearon. ¿Y eso no le horroriza?
—Bueno, eh... ¿de dónde sacaron el resto de sus  genes los hombres que lo crearon? De otras  personas, sin duda. [...] Si nos remontamos, veamos, cuatro generaciones, todo ser humano es un compuesto de unas dieciséis fuentes diferentes. Se llaman antepasados, pero todo se reduce a lo mismo. Su mezcla fue sólo ligeramente menos aleatoria, eso es todo”. 

Lois McMaster Bujold, Ethan de Athos