La nueva
edición en tapa dura de El entenado (1983;
Rayo verde, 2013 [2018]) del escritor argentino Juan José Saer llega justo a tiempo para hacer
mejor el crudo invierno a los corazones solitarios. En El entenado, una narración perfectamente introspectiva ("De esas costas vacías me
quedó sobre todo la abundancia del cielo"), Saer narra las peripecias de un huérfano
que está para pocas bromas. Nadie lo está en el contexto donde transcurre la
acción de la novela, el viscoso sudario de las expediciones españolas por el Río
de la Plata en el siglo XVI. El protagonista se enrola como grumete en una nave
capitana para "llegar a esas regiones paradisíacas" donde espera encontrar "toda la variedad mineral, vegetal y animal de la tierra excesiva y generosa”.
Nada más pisar tierra es capturado por los indios colastinés, que además de pacíficos
son antropófagos y no ven el momento de hincarle el
diente como han hecho con el resto de sus compañeros de expedición: "De la carne que iba asándose llegaba un olor agradable, intenso, subiendo
junto con las columnas de humo espeso que demoraban en disgregarse hacia el
cielo. El origen humano de esa carne desaparecía, gradual, a medida que la
cocción avanzaba; la piel, oscurecida y resquebrajada, dejaba ver, por sus
reventones verticales, un jugo acuoso y rojizo que goteaba junto con la grasa;
de las partes chamuscadas se desprendían astillas de carne reseca y los pies y
las manos, encogidos por la acción del fuego, apenas si tenían un parentesco
remoto con las extremidades humanas. En las parrillas, para un observador
imparcial, estaban asándose los restos carnosos de un animal desconocido". Pero para su sorpresa, los indios lo
mantienen con vida y lo tratan como a uno más —entenado significa hijastro— de
la tribu. Todo esto llega al lector sin excesos, sin que Saer cargue nunca la
mano en ningún registro. Hay un delicado equilibrio entre lo real y lo
maravilloso. Lo primero es necesario para captar nuestra atención; lo segundo
trae de su mano a la mejor literatura en general, y a la mejor literatura latinoamericana en particular. Si tuviera que citar tres grandes obras de esta última, serían Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, Rayuela de Julio Cortázar y El entenado de Juan José Saer. Para el que lo lee por
primera vez, El entenado es todo un
viaje de descubrimiento. Para el que lo ha leído, nunca está de más hacerlo de
nuevo, porque "el viaje no acaba nunca. Sólo
los viajeros acaban", como escribió José Saramago.
"No era el no ser posible del otro mundo sino el de éste lo que los
aterrorizaba. El otro mundo formaba parte de éste y los dos eran una y la misma
cosa; si éste era verdadero, el otro también lo era; bastaba que una sola cosa
lo fuese para que todas las otras, visibles o invisibles, cobrasen, de ese
modo, realidad".
Juan
José Saer, El entenado