Oscar Wilde
dijo que "la vida, la mísera vida, verosímil y sin interés, reproduce las
maravillas del arte". También las maravillas del arte (narrativo) puede
reproducir la mísera vida, verosímil y sin interés. Es lo que hace la periodista
Joanna Connors en Te encontraré. En busca del hombre que me violó (I Will Find You. In
Search of the Man who Raped Me, 2016;
Errata naturae, 2018), donde relata cómo en 1984 fue privada de su libertad durante
dos horas y violada por un extraño que a continuación se dio a la fuga, no sin
antes dejarla malherida. Connors tenía treinta años y un sueño: convertirse en
una reportera intrépida. La violación le arrebató ese sueño —no el de reportera,
sino el de mujer intrépida—, y en lugar de eso le dejó un miedo permanente e
irracional. Como dice Nabokov de uno de sus personajes: "Apartó el velo de la
fantasía [...] saboreó la realidad". El hombre que violó a Connors, David
Francis —negro, pobre, sin educación y con antecedentes penales—, fue detenido
dos días más tarde y condenado. Connors había tenido la fortuna de sobrevivir,
pero un mundo de sosiego y tranquilidad había desaparecido: "Lo último que me
dijo fue: ‘Te encontraré’, y en lo más profundo de mi cerebro primitivo seguía
creyéndole. Había estado al acecho, en la oscuridad, todos estos años,
vigilándome, esperándome. Seguía soñando con él. Pensaba en él todo el tiempo.
Iba a encontrarme. [...] Dijo que me encontraría. Quizá debía ser yo quien lo
encontrase a él". Veintiún años después de su violación, liberada de la mordaza del miedo y de la vergüenza, Connors decidió ir en busca de su violador y mirarlo directamente a la cara —"Quería saber cómo lo había cambiado la cárcel"—, pero lo que descubrió la
cambió a ella y la manera de ver las cosas. Francis había muerto en
prisión en el 2000, víctima de un cáncer, pero también de una sociedad profundamente
racista y clasista que prefiere creer que los monstruos no existen antes que
asumir la parte que le corresponde en su invención. Si algo deja claro Connors en Te encontraré, una mezcla inteligente de reportaje, memorias
y empatía profunda, es que, como dijo André Gide, hay muy pocos monstruos que garanticen los miedos que les tenemos.
"Después de que David Francis me violara, no elevé los puños hacia el
cielo y pregunté: ¿Por qué a mí? Ya conocía, o creía conocer la respuesta: era
confiada e ingenua. Pero ahora quería la respuesta a una pregunta un tanto
distinta: ¿Por qué él?".
Joanna
Connors, Te encontraré