A estas alturas qué se puede decir del racismo institucionalizado,
especialmente de la policía estadounidense, que no hayan dicho ya voces más autorizadas como
las de Martin Luther King, Malcolm X, Medgar Evers —los tres asesinados antes
de cumplir los 40 años—, Rosa Parks, Ida B. Wells-Barnett, Angela Davis, Bobby
Seale, Ralph Ellison, Richard Wright, James Baldwin, Gil Scott-Heron, Toni
Morrison o la de la sacerdotisa del soul Nina Simone, en cuyas memorias*,
publicadas con su verdadedo nombre Eunice Kathleen Waymon, reconoce que los
homicidios de los negros ya eran parte de la vida cotidiana mucho antes del
asesinato de Malcolm X: “El asesinato de Malcolm impulsó aún más mis ideas en
la dirección que ya estaban tomando, la de que la violencia terminaría
siendo una parte de la lucha [contra la discriminación racial] y que, si no lo
entendíamos pronto, moriríamos como moscas, tal cual decía en Mississippi
Goddam”.** El asesinato de
George Floyd el pasado 25 de mayo en Powderhorn, Minneapolis, como resultado
del brutal arresto que sufrió por parte de cuatro policías blancos, ha vuelto a
poner en primer plano una vez más el racismo latente en la sociedad americana.
Un racismo que pocas veces como ahora ha tenido tal gama de colores: negros,
pieles rojas (indios), morenos (latinos), amarillos (chinos). No obstante, el
negro sigue siendo el color estrella de los ataques de los supremacistas
blancos abanderados por el actual presidente de los Estados Unidos, el
republicano Donald Trump, cuyas últimas intervenciones públicas no han hecho
más que arrojar más leña al fuego, dándole la razón a James Baldwin, quien en
su célebre ensayo La próxima vez el fuego*** pronosticó el levantamiento de la ciudadanía negra contra la opresión racista y la brutalidad policial: “No más agua,
¡la próxima vez, el fuego!”. En su último libro publicado antes de morir, La fuente de la autoestima (The
Source of Self-Regard, 2019;
Lumen, 2020), la Premio Nobel de Literatura Toni Morrison recuerda que Baldwin fue el primero que tuvo el
coraje de proclamar que “este mundo [es decir, la historia] ha dejado de ser
blanco y nunca volverá a serlo”. Los que se empeñan en lo contrario, es decir,
en ampararlo, protegerlo y mantenerlo, unos abierta y otros veladamente —y esto
vale también para los que defienden “un mundo sin razas [...] emplazado en una
reserva protegida, una especie de parque natural”— no sólo actúan con
irresponsabilidad, ilegalidad y desprecio de las libertades civiles, sino que
sus acciones no difieren de “la solución final de la cuestión judía", en
el lenguaje burocrático del régimen nazi, cuya máxima era: “Mantener el
silencio a toda costa”.
“El racismo es una ocupación culta y siempre lo ha
sido. No es como la fuerza de la gravedad o las mareas. Es una invención de
nuestros pensadores menores, de nuestros líderes menores, de nuestros académicos
menores y nuestros empresarios mayores. Puede desinventarse, deconstruirse, y
su aniquilación empieza al visualizar su ausencia”.
Toni Morrison, La fuente de la autoestima
___
(*) Víctima de mi hechizo. Memorias de Nina Simone (I Put A Spell On You. The
Autobiography of Nina Simone, 1991; Libros del Kultrum, 2018) de Eunice K. Waymon.
(**) Mississippi Goddam es una canción de Nina Simone inspirada
en el asesinato del activista negro Medgar Evers en Mississippi en 1963 que se
convirtió en un himno de batalla para los activistas de los derechos civiles en
la década de los 60: And everybody knows about Mississippi Goddam / Can't
you see it / Can't you feel it / It's all in the air / I can't stand the
pressure much longer [Y todo el mundo sabe lo del maldito Mississippi / No puedes
verlo / No puedes sentirlo / Todo está en el aire / No puedo aguantar mucho más
la presión].
(***) La próxima vez el fuego (The Fire Next Time, 1963; Sudamericana, 1964) de
James Baldwin.