He comenzado el día con
un madrugón infausto, pero no quería dejar pasar más tiempo para sentarme a
escribir esta reseña después de terminar de leer anoche, en la estupenda traducción de Regina López Muñoz, Ninguno de nosotros volverá
(Aucun de nous ne reviendra I, 1970; Libros del
Asteroide, 2020), el libro que recoge los dos primeros
volúmenes de la trilogía Auschwitz y después,
de la escritora francesa Charlotte Delbo. Si en la aclamada trilogía de Primo
Levi sobre Auschwitz (Si esto es un hombre, La tregua, Los hundidos y los
salvados), el escritor italiano nos enseñaba todo cuanto
“se puede aprender sobre el ser humano y sobre la historia de Europa en el
siglo XX” en palabras de Antonio Muñoz Molina, en Ninguno de nosotros
volverá Delbo nos enseña todo lo que deberíamos saber sobre
la condición de ser mujer en el infierno de Auschwitz*. Infierno. Auschwitz.
Dos palabras distintas en apariencia, pero que con el tiempo han terminado
siendo sinónimos con los que referirse a la mayor barbaridad
cometida por la humanidad. Y pocos momentos de mayor trascendencia que aquellos
en los que, por primera vez, un superviviente —o, como en este caso, una mujer,
militante de las Juventudes Comunistas francesas, detenida en 1942 y deportada
en 1943 a Auschwitz-Birkenau—, trata de ponerle nombre al horror vivido en el campo de concentración nazi de mayor tamaño, construido con la función de exterminar a los hombres, mujeres y niños que entraban en él: “Un cadáver. El ojo izquierdo
devorado por una rata. El otro ojo abierto con su franja de pestañas. Intentad
mirar. Probad a ver”. Si bien es cierto que con anterioridad ya se habían publicado
los diarios de Hélène Berr y Ana Frank, mundialmente conocidos y disponibles en
las librerías desde hace bastante tiempo, sus textos fueron escritos antes de
ser arrestadas y enviadas a Auschwitz, por lo que tanto de Hélène como de Ana “no sabemos nada, o casi nada, de su vida y de su día a día durante la
rutina monstruosa de aquel infierno”, como escribió
Mercedes Monmany, en su ensayo Ya sabes que volveré.
La trilogía de Delbo, compuesta por Ninguno de nosotros volverá,
Un conocimiento inútil
y La medida de nuestros días, no está diseñada para triunfar en las listas de
best-sellers, pero ha logrado calar en un público muy amplio
gracias a una voz desnuda de cualquier artificio, una voz que no
grita sino que arranca el grito de lo más profundo de uno mismo. En Ninguno de nosotros volverá Delbo
reta a los lectores a mirar a Auschwitz de cerca. De más cerca todavía. Mirar
fijo el horror que uno no debería conocer sino imaginar.
“Yo estoy de pie en medio de mis compañeras y pienso
que, si algún día vuelvo y quiero explicar lo inexplicable, diré: ‘Yo me decía:
tienes que aguantar en pie mientras dura el recuento. Tienes que aguantar hoy
también. Porque habrás aguantado hoy también, volverás, si vuelves algún día’.
Y será mentira. Yo no me decía nada. No pensaba nada. La voluntad de resistir
se hallaba sin duda en un resorte mucho más oculto y secreto que está roto
desde hace no sé cuanto. Y si las muertas hubieran exigido a quienes volvieran
que rindieran cuentas, estás serían incapaces. Yo no pensaba en nada. No miraba
nada. No sentía nada. Era un esqueleto de frío con el frío soplando a través de
todos esos abismos que forman las costillas de un esqueleto”.
Charlotte Delbo, Ninguno de nosotros volverá
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(*) Para otros testimonios femeninos relevantes, véase Como
una rana en invierno. Tres mujeres en Auschwitz (Come una rana d'inverno.
Conversazioni con tre sopravvissute ad Auschwitz: Liliana Segre, Goti Bauer,
Giuliana Tedeschi,
2004; Altamarea, 2018) de Daniela
Padoan, especialmente las palabras de Liliana Segre: “Desnudar a un hombre delante de otro es algo sencillamente humillante y atroz. Uno está vestido, incluso con uniforme, armado, y el otro está desnudo, indefenso, en un estado de absoluta debilidad. Y, aun así, creo que una mujer desnuda delante de un hombre armado está expuesta a un ultraje todavía mayor".