domingo, 22 de noviembre de 2020

Trabajos de amor codificados

Decía el poeta Constantino Cavafis que el deseo debe llevar siempre a la acción y en el caso de los artistas —léase las escritoras y escritores homosexuales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XX—, esa acción ha de transformarse en una obra perdurable. Y todavía decía más: los deseos que “pasaron sin ser cumplidos” y no han sido satisfechos son como cadáveres de jóvenes vírgenes que no conocieron “el placer de un noche, o una mañana resplandeciente”. Hoy poco a poco vamos conociendo, a través del rescate literario de obras del canon homosexual que permanecían inéditas en España (Imre: una memoria íntima de Edward Prime-Stevenson, La tierra de los abetos puntiagudos de Sarah Orne Jewett, Alas de Mijaíl Kuzmín, Treinta y tres monstruos de Lidia Zinóvieva-Annibal, La fuente envenenada de Alberto Nin Frías), que esos deseos que “pasaron sin ser cumplidos” en realidad se cumplieron bajo la apariencia de una amistad íntima, calificada en muchas ocasiones de peligrosa. Es el caso de las protagonistas de las historias reunidas en la antología “Amigas”, Relatos de amor entre mujeres, del siglo XVIII al XX (Dos bigotes, 2020), edición al cuidado y traducción de Eva Gallud y Gloria Fortún, quien en el prólogo afirma haber “optado por entrecomillar la palabra ‘amigas’ en el título con el fin de invitar a lectoras y lectores a entrar en un juego de voluptuosidad, guiños y dobles sentidos, y así descubrir las estrategias de sus autoras a la hora de construir y de ocultar” su lesbianismo. No obstante, si bien esta condición sexual no estaba bien vista, tampoco estaba criminalizada como la homosexualidad masculina. Según el escritor y ensayista Alberto Mira: “En Occidente, el lesbianismo no ha sido en general penado por la ley. Uno de los casos más desternillantes, pero también más significativos, es el de la institucionalmente homófoba Gran Bretaña: en este país, la reina Victoria se negó a introducir la penalización del lesbianismo porque no creía que tales comportamientos fueran posibles”*. En la mayoría de los relatos de “Amigas”, salidos de la pluma de Mary Eleanor Wilkins Freeman (Dos amigas), Sarah Orne Jewett (Martha y su señora), Constance Fenimore Woolson (Felipa), Elizabeth Stuart Phelps (Desde mi muerte), Gertrude Stein (La señorita Piell y la señorita Cueero), Willa Cather (Tommy es poco sentimental), Kate Chopin (Lilas) y Alice Brown (Allí y aquí), entre otras, la amistad femenina es como una religión en la que creer o ante la que hincarse de rodillas, temiendo lo peor pero en cualquier caso necesitando el antídoto de la otra para superar el miedo, como Ruth Hollis, la protagonista de Allí y aquí: “Soy una cobarde y lo sabes, pero esta noche no tengo miedo. No habría creído que podrían convencerme para quedarme hasta esta hora en una casa desierta solo con tu dulce compañía para protegerme”. Ruth representa la heroína típica de tres siglos de amor entre mujeres, acostumbradas a la soledad y el silencio, abocadas a llevar una vida espiritual, o como escribió Emily Dickinson, esa “tímida vida de la evidencia” de la que huyeron las heroínas de Henry James poniendo rumbo a Europa. En cierto modo, los relatos reunidos en “Amigas” explican una historia genuinamente atemporal, que involucra tanto a mujeres como a hombres, a lesbianas como a homosexuales, a Capuletos como a Montescos, a Sharks como a Jets**: la de los trabajos de amor codificados. La clave para descodificarlos la proporciona Fortún en el prólogo: “Un texto es lésbico si quien lo lee decide leerlo como tal”.





“Gran parte de la vida es un terreno baldío que brilla tras la verdadera cosecha. Trocitos de impresiones, relámpagos de sentimiento, que quedan flotando en la memoria, y feliz es quien puede ajustarlos para que formen una especie de cuadro hecho con retales, cuando los días vuelven a estar vacíos”.


Alice Brown, Allí y aquí 

(De “Amigas”, Relatos de amor entre mujeres, del siglo XVIII al XX)



____

(*) Para entendernos. Diccionario de cultura homosexual, gay y lésbica (Libros de la Tempestad, 1999).

(**) Los puertorriqueños Sharks y los americanos Jets son dos bandas rivales del West Side neoyorquino en la película West Side Story, dirigida por Robert Wise y Jerome Robbins. El conflicto surge cuando María, hermana del jefe de los Sharks, y Tony, ex miembro de los Jets, se enamoran.