Una vez leí en algún lado que el matrimonio es como un laberinto con
muchas salidas pero con una sola llegada. No sé si lo leí en una novela de
Graham Greene o de Evelyn Waugh, o es un invento mío. Lo que sí es seguro, porque lo tengo apuntado en un cuaderno y lo
he recordado leyendo la novela de Jamie Quatro, es que en El fin del romance Greene escribió: “Cuando uno es feliz, puede
soportar cualquier disciplina; la desdicha, es lo que altera los métodos de
trabajo”. El sermón del fuego (Fire Sermon, 2018; Libros del Asteroide, 2019), que así
se llama la novela de Quatro, es la confirmación de esa desdicha que suele
aparecer en una pareja a partir de los tres años de convivencia, si hemos de
creer, como sostiene el escritor francés Frédéric Beigbeder, que el amor dura
tres años. Maggie y Thomas son un matrimonio que llevan una existencia pacífica
y aburrida hasta que en la vida de Maggie aparece James, cuarenta y cinco años los dos, nacidos el mismo año, con el que
mantiene una relación epistolar —si es que se puede llamar así a la comunicación
por correo electrónico— que desembocará en un romance intermitente marcado por
la traición, el deseo y la fe, como no podía ser de otra manera dada la
confusión en que se encuentra la protagonista que va haciéndose preguntas sobre
la moralidad, la lealtad y la verdadera voluntad de Dios: “¿Y si se nos impuso la
institución del matrimonio como deliberado caldo de cultivo para el deseo
ilícito? ¿Y si Dios, en su Divina sabiduría —infinita, inescrutable— ordenó el
matrimonio no fundamentalmente para la reproducción de la especie, no para
asegurar la estabilidad cultural y económica de las sociedades en que prosperó,
sino para ponernos en una situación en que se desarrollara el deseo erótico?
[...] ¿Y si Tú me arrancas Oh Señor no es la oración adecuada? ¿Y si la oración adecuada es Déjame arder,
pero camina a mi lado entre las llamas?”. Maggie utiliza la religión como una forma de
alimentar su propio deseo: “Reconozco que salvo que algo esté prohibido no
puedo desearlo con ningún grado de intensidad”. Tras obras como Departamento de especulaciones (Dept. of
Speculation, 2014; Libros
del Asteroide, 2016) de Jenny Offill y Maternidad (Motherhood, 2018; Lumen, 2019) de Sheila Heti, El sermón del
fuego pone en tela de juicio
los falsos mitos sobre el matrimonio y la familia que llevan invariablemente a la decepción, la
insatisfacción y la ruptura. Luis Buñuel dijo en una ocasión que hacía cine
para “mostrar que éste no era el mejor de los mundos posibles”. Y eso mismo
hace Jamie Quatro con el sacramento que une indisolublemente a un hombre y una
mujer. Pero además, y éste es el mejor elogio que se le puede hacer a El
sermón del fuego, su autora
logra enseñarnos algo más sencillo: que el corazón desea lo que desea. Quiénes
somos nosotros para inmiscuirnos
en sus deseos.
“Reconozco
que aborrezco a Dios por crear el universo en una situación tan desesperada,
sabiendo que se metería en un lío, creándolo de todos modos”.
Jamie Quatro, El sermón del fuego