jueves, 7 de febrero de 2019

Déjame arder

Una vez leí en algún lado que el matrimonio es como un laberinto con muchas salidas pero con una sola llegada. No sé si lo leí en una novela de Graham Greene o de Evelyn Waugh, o es un invento mío. Lo que sí es seguro, porque lo tengo apuntado en un cuaderno y lo he recordado leyendo la novela de Jamie Quatro, es que en El fin del romance Greene escribió: “Cuando uno es feliz, puede soportar cualquier disciplina; la desdicha, es lo que altera los métodos de trabajo”. El sermón del fuego (Fire  Sermon, 2018; Libros del Asteroide, 2019), que así se llama la novela de Quatro, es la confirmación de esa desdicha que suele aparecer en una pareja a partir de los tres años de convivencia, si hemos de creer, como sostiene el escritor francés Frédéric Beigbeder, que el amor dura tres años. Maggie y Thomas son un matrimonio que llevan una existencia pacífica y aburrida hasta que en la vida de Maggie aparece James, cuarenta y cinco años los dos, nacidos el mismo año, con el que mantiene una relación epistolar —si es que se puede llamar así a la comunicación por correo electrónico— que desembocará en un romance intermitente marcado por la traición, el deseo y la fe, como no podía ser de otra manera dada la confusión en que se encuentra la protagonista que va haciéndose preguntas sobre la moralidad, la lealtad y la verdadera voluntad de Dios: “¿Y si se nos impuso la institución del matrimonio como deliberado caldo de cultivo para el deseo ilícito? ¿Y si Dios, en su Divina sabiduría —infinita, inescrutable— ordenó el matrimonio no fundamentalmente para la reproducción de la especie, no para asegurar la estabilidad cultural y económica de las sociedades en que prosperó, sino para ponernos en una situación en que se desarrollara el deseo erótico? [...] ¿Y si Tú me arrancas Oh Señor no es la oración adecuada? ¿Y si la oración adecuada es Déjame arder, pero camina a mi lado entre las llamas?”. Maggie utiliza la religión como una forma de alimentar su propio deseo: “Reconozco que salvo que algo esté prohibido no puedo desearlo con ningún grado de intensidad”. Tras obras como Departamento de especulaciones (Dept. of Speculation, 2014; Libros del Asteroide, 2016) de Jenny Offill y Maternidad (Motherhood, 2018; Lumen, 2019) de Sheila Heti, El sermón del fuego pone en tela de juicio los falsos mitos sobre el matrimonio y la familia que llevan invariablemente a la decepción, la insatisfacción y la ruptura. Luis Buñuel dijo en una ocasión que hacía cine para “mostrar que éste no era el mejor de los mundos posibles”. Y eso mismo hace Jamie Quatro con el sacramento que une indisolublemente a un hombre y una mujer. Pero además, y éste es el mejor elogio que se le puede hacer a El sermón del fuego, su autora logra enseñarnos algo más sencillo: que el corazón desea lo que desea. Quiénes somos nosotros para  inmiscuirnos en sus deseos.




 “Reconozco que aborrezco a Dios por crear el universo en una situación tan desesperada, sabiendo que se metería en un lío, creándolo de todos modos”.    

Jamie Quatro, El sermón del fuego