sábado, 6 de febrero de 2021

Todas las fiestas, la fiesta

Si hay un libro cuya lectura se asemeja a una fiesta, una gran fiesta —o una fiesta móvil*, dependiendo si lo lees en la cama o en un medio de transporte de camino a casa—, ese es sin duda El gran Gatsby (The Great Gatsby, 1925) de Francis Scott Fitzgerald. La célebre novela que inauguró la era del jazz en la novelística americana es noticia estos días por la avalancha de ediciones y reediciones que han llegado en pocas semanas a las librerías españolas desde diferentes editoriales: Anagrama (trad. de Justo Navarro), Austral (trad. de Miguel Temprano García), Cátedra (trad. de Mª Luisa Venegas Láguens), Alianza (trad. de Ramón Buenaventura), Alfaguara (trad. de José Luis López Muñoz), Nórdica (trad. de José Manuel Álvarez Flórez), Reino de Cordelia (trad. Susana Carral) y más recientemente Siruela (trad. de Jesús Ferrero y Hugo Castignani), que reproduce la portada de la primera edición de la novela, obra del pintor catalán Francis Cugat, hermano del famoso compositor y director de orquesta Xavier Cugat. El motivo no es otro que el vencimiento de los derechos de autor o copyright. El 1 de enero de 2021 El gran Gatsby pasó a ser de dominio público y cualquiera puede hacer uso del texto —traducirlo al idioma dodo, convertirlo en un videojuego, escribir una secuela, una precuela—, sin necesidad del consentimiento de los herederos del autor. Mientras escribo esta entrada en el blog suena en mi iPhone la voz de Ella Fitzgerald cantando It Don't Mean a Thing:  “Everything you've got / Don't mean a thing if it ain't got that swing” [Todo lo que tienes / no significa nada si no tiene ese swing]. El gran Gatsby tiene swing, invita a bailar, a moverse, a derribar los muros que nos mantienen encerrados, pero también invita a reflexionar sobre las múltiples caras que todos exhibimos en nuestra vida, como su protagonista, Jay Gatsby, “situado entre dos categorías, la social y la trágica”, como escribió el novelista Carlos Fuentes en la presentación del libro en la Colección Maestros Modernos Anglosajones**. Cada línea, cada palabra, transmite la verosimilitud que sólo conoce el que se ha empapado de esos ambientes de luces fulgurantes y de sombras alargadas que prefiguran la llegada de los tiempos modernos. Tiempos modernos en los que una personalidad carismática como la de Gatsby, un hombre hecho a sí mismo, poliédrico, fascinante y al tiempo contradictorio, difícilmente pudiera aceptar vivir. Nick Carraway, el narrador de la novela, intenta acercarse a Gatsby pero cada paso que da lo aleja más de él, como si lo viera desde un sueño o tras muchas noches de insomnio. Gatsby es inescrutable, inexplicable, insondable, como esas “caras nuevas que iban de aquí para allá como pétalos de rosa que el sonido de la orquesta arrastrara por la pista de baile”. Al igual que Gatsby, la novela está llena de significados a explorar, es decir, conserva su atmósfera de alegría o más bien de fiesta, pero esconde a la vista de todos los sueños y las ilusiones perdidas de una generación con una tendencia implícita a la destrucción. “El mundo de Francis Scott Fitzgerald sucede en medio de una gran fiesta, es el primero en decir que América es una fiesta y que la fiesta nunca acabará***”. Sin embargo, la fiesta acabó antes de tiempo. Para los que se dispongan a leer El gran Gatsby por vez primera, les hago saber que la fiesta continúa dentro. Todo está dentro. “Todo se ve con la luz de dentro, todo es dentro”, como escribió el poeta Juan Ramón Jiménez. El gran Gatsby es uno de esos libros en los que quedarse a vivir. Para siempre.




“A mí me gustan las fiestas grandes. Son tan íntimas. En las reuniones privadas no hay ninguna intimidad”.


Francis Scott Fitzgerald, El gran Gatsby



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(*) Tomo la expresión del título original de la obra autobiográfica de Ernest Hemingway A Moveable Feast, titulada en España París era una fiesta.

(**) El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald (Colección Maestros Modernos Anglosajones, Círculo de Lectores, 2000, trad. José Luis López Muñoz). 

(***) Carlos Fuentes, op. cit.