Otra vuelta de tuerca al género biográfico. Si en Lunar Park (Lunar Park, 2005; Literatura Random House, 2006, red. 2020), el
enfant terrible de la
literatura americana de los años 80 y 90 del siglo pasado Bret Easton Ellis nos
contaba en clave de novela de terror cómo fue abducido por su doble, en su
último libro, Blanco (White, 2019; Literatura Random House, 2020), se
desprende por primera vez de la máscara para dejar a la vista su verdadero
rostro de White Privileged Male (hombre blanco privilegiado). D.H. Lawrence dijo en una ocasión que el
lema de la novela de aventuras americana era: “Muy deprisa, hacia ninguna
parte”. Este también fue el lema de la primera novela de Easton Ellis, Menos
que cero (Less Than Zero,
1985; 1988, red. Literatura
Random House, 2010), con ecos de La náusea de Jean-Paul Sartre: “No quiero que me importe nada.
Si me importan las cosas es peor. Se convierten en una cosa más de las que me
molestan. Es menos doloroso si no te importa nada”. En Menos que cero, Easton
Ellis hizo el retrato de una generación —que Douglas Coupland bautizaría más
tarde como Generación X—
sin mayores expectativas que colocarse y tener sexo de todas las formas
posibles hasta el punto de caer en una espiral de violencia y autodestrucción.
La consecuencia de todo esto daría lugar, años después, al nacimiento de Patrick
Bateman, adinerado y alienado yuppie de Wall Street, protagonista de American Psycho (American Psycho, 1991; 1992, red. Literatura Random House, 2020), y
alter ego del autor en los términos de Flaubert: Patrick Bateman c’est moi. Estas dos novelas —aunque no hay que
desdeñar ni mucho menos las aportaciones de Las leyes de la atracción (1987), Glamourama (1998) y el libro de relatos Los
confidentes (1994)—
sirvieron a Easton Ellis para poner en entredicho los valores de ese eslogan
repetido hasta la saciedad del “sueño americano”, ahora de capa caída, que en
Blanco se atreve a desmaquillar a través de sus enfrentamientos con el establishment
político y, sobre todo, cultural, sumido en “una extensa epidemia de
autovictimación. [...] El hecho de no poder escuchar un chiste ni ver
determinadas imágenes (un cuadro o incluso un tuit) y de calificarlo todo de
sexista o racista (lo sea o no) y por tanto considerarlo dañino e intolerable
—por lo que nadie más debería escucharlo, verlo o tolerarlo— constituye una
manía nueva, una psicosis que la cultura ha ido cultivando. Este delirio anima
a la gente a pensar que la vida debería ser una plácida utopía diseñada y
construida para sus frágiles y exigentes sensibilidades, y en esencia les
alienta a perpetuarse como eternos niños”. Ante este panorama, Easton Ellis
defiende en Blanco la vigencia de la novela que lo catapultó a la fama (y que
le granjeó el odio de la derecha y de ciertos colectivos progresistas): “American
Psycho trataba de lo que
significaba ser una persona en una sociedad con la que no estabas de acuerdo y
lo que ocurría cuando intentabas aceptarla y vivir conforme a sus valores, a
pesar de que supieras que estaban equivocados. Ponía el foco en el engaño y
la ansiedad. La locura iba avanzando, incontenible. Era la consecuencia de
perseguir el sueño americano: aislamiento, alienación, corrupción, el vacío
consumista esclavo de la tecnología y de la cultura corporativista. [...] En muchos sentidos American Psycho es la definitiva serie de selfis de un hombre”. Repleto de
referencias autobiográficas y literarias, Blanco confirma a Easton Ellis cómo un observador audaz y
un narrador intrépido siempre comprometido con arrastrar al lector donde no
pueda hacer pie.
“La idea de que si no puedes identificarte con algo o
con alguien no merece la pena verlo, leerlo o escucharlo se ha convertido en un
tópico de nuestra sociedad, y a veces se utiliza como arma para atacar al otro.
[...] No tener la capacidad o la voluntad para ponerte en la piel del otro,
para ver la vida de un modo distinto a cómo tú la experimentas, es el primer
paso hacia la falta de empatía, y por eso tantos movimientos progresistas se
vuelven tan rígidos y autoritarios como las instituciones a las que se oponen”.
Bret Easton Ellis, Blanco