El recuerdo se forma a base de acumulación. No se puede recordar a
partir de la nada. Es por eso, que el protagonista de Las palmeras salvajes, de William Faulkner, al final de la novela
se dice para sí mismo: “Si la memoria existiera fuera de la carne no sería
memoria porque no sabría de qué se acuerda. [...] Si yo dejara de ser todo el
recuerdo dejaría de ser. Sí, pensó. Entre la pena y la nada, elijo la pena”. De
igual parecer es el protagonista de Hermano (Brother, 2017; Alianza, 2019), segunda novela del escritor canadiense David
Chariandy. Pero situémonos. Scarborough, Toronto. Principios de los años
noventa. Dos hermanos de origen caribeño, Francis y Michael, que comparten la
misma habitación y el mismo deseo apremiante de huir del suburbio donde han nacido,
se ahogan en un presente frágil y temen un futuro imprevisible. Primero
conocemos a Michael diez años después de la muerte de Francis, con 19 años.
Michael tiene ahora 28 años y lucha contra toda clase de obstáculos para
sobrevivir y salir adelante sin su hermano: “Francis era mi hermano mayor.
Cualquier chico duro podía presumir de conocer su nombre, cualquier padre podía
pronunciarlo a modo de advertencia. Pero, antes que nada, era aquel hombro
desnudo y cálido, aquel cuerpo siempre a apenas un milímetro de distancia del
mío. [...] Cuando cumplió los dieciocho, ya pasaba la mayor parte del tiempo
lejos de mí y con chicos a los que yo estaba lejos de conocer bien. Parecía que
tenían un idioma propio”. En Hermano, los fantasmas del pasado llegan para habitar el
presente, suplir identidades y hacer tambalear los cimientos de la personalidad
propia. En la novela de Chariandy, escrita a partir de recuerdos de su infancia, se entra con pudor —y también, por qué no
decirlo, con cierto vouyerismo— para acabar rindiéndose ante una historia
presidida por la inmigración y la pérdida. Entre medias, asistimos a la
(de)formación de la identidad adolescente en un infierno suburbial en el que
todo el mundo intenta ajustarse al papel que le ha caído en desgracia. Además
de esta tragedia anunciada, Hermano trata sobre el tiempo en el sentido más cotidiano, es
decir, versa en torno a cómo Michael lidia con la muerte de su hermano y
aprende a convivir con sus propios monstruos y fantasmas.
“El recuerdo no tiene nada que ver con lo viejo y lo
gris y lo que ha acabado hace mucho. [...] El recuerdo es el músculo que
aguijonea el presente”.
David Chariandy, Hermano