martes, 5 de marzo de 2019

Entre lo humano y lo divino

Es difícil acercarse a un libro sin proyectar sobre él la sombra de todo lo que hemos leído, o sabido por otros, de su autor. Teniendo en cuenta esto, puedo decir que me ha sorprendido gratamente comprobar lo poco que sabía de Pedro Mairal, pese a haberme leído —más que leído, devorado—, sus novelas La uruguaya y Una noche con Sabrina Love, publicadas por Libros del Asteroide. Su nuevo libro, Maniobras de evasión (2015; Libros del Asteroide, 2019) reúne una selección exhaustiva —el mérito es todo de la escritora y periodista Leila Guerriero— de los mejores textos de Mairal, inéditos hasta ahora en España. El amor, la paternidad, la muerte, el sexo, la escritura —iba a escribir literatura, pero Mairal prefiere evitar esa palabra—, son solo algunos de los temas sobre los que el autor argentino reflexiona en estos artículos. A medio camino entre la “autobiografía involuntaria”, la crónica periodística y la anécdota literaria, y escrito con ese estilo canchero marca de la casa, los ensayos de Mairal nos muestran su versión más humana hasta la fecha. Y también más divina. La resurrección de estos textos, sepultados en blogs y revistas de toda índole, resulta la más interesante desde Jesucristo o El Cid. El artículo que abre el libro, Quiero escribir pero me sale espuma —el título hace un guiño a un verso de César Vallejo—, es glorioso, memorable, por lo que tiene de manifiesto personal o —y principalmente— reacción contra la literatura establecida y distante de los nuevos lenguajes y las nuevas formas de comunicación. Para Mairal la literatura implica un ejercicio de libertad, una ruptura de los moldes: “En plena crisis de fe literaria me piden que diga en qué creo. La verdad que tengo mucha fe en algunos autores de mi generación. En los libros que van a escribir o que escribieron. [...] Con respecto a mí, ¿en qué creo? Creo en seguir explorando. Creo en lo inesperado y en el silencio también y en la acumulación temporal”. Fruto de esa exploración, de esa acumulación, y también de ese silencio de “la novela que no estoy escribiendo”, son estas Maniobras de evasión en las que Mairal, con el humor como virus latente, se muestra desnudo, torturado, explorador, expansivo, íntimo y cercano. Lo en verdad fascinante es su destreza para conmover aireando sus debilidades y contradicciones como escritor, como padre, como marido. Pero que nadie piense que estamos ante un Mairal menor, al contrario: Maniobras de evasión es una inesperada vuelta de tuerca al concepto de "memorias literarias". Una exhalación de libertad que no se guarda nada dentro.



  
“Las cosas, cuando terminan, parecen ordenarse, encontrar su destino. Entonces empieza la distancia, se empieza a ver el dibujo total, la perspectiva invisible en la que estábamos metidos. Yo creo en el destino sólo cuando miro hacia atrás. Cuando miro hacia delante creo (quiero creer) en la libertad. Los finales, buenos  o malos, tristes o felices, abiertos o cerrados, siempre perfeccionan, mejoran, dan un sentido a lo que parecía no tenerlo”.

Pedro Mairal, Maniobras de evasión