Fui propietario, hace ya mucho tiempo, de un ejemplar de Papillon de Henri Charrière, autografiado por el autor. El libro estaba en francés —idioma que no hablo ni leo por cierto—, pero me hacía ilusión tenerlo en mi biblioteca porque había disfrutado leyendo la versión española realizada por Domingo Pruna y Vicente Villacampa para la editorial Plaza & Janés en 1972. Yo entonces tenía once años y mi recuerdo de su lectura es el de una novela trepidante, una historia de acción y aventuras basada en las experiencias del autor en las cárceles de la Guayana francesa. Charrière no había pensado en escribir sus aventuras hasta que en 1967 descubrió El astrálago de Albertine Sarrazin —muerta ese mismo año en una mesa de operaciones de un hospital de Montpellier— en una librería de Caracas. Tres días después de terminar el libro se sentó a escribir y escribió, escribió y escribió, hasta completar en un año los trece cuadernos —libretas escolares, con espiral— de Papillon, cuyo título en francés significa mariposa. Viene todo esto a cuento porque he leído de un tirón la novela Mengele zoo (Mengele Zoo, 1989; Nórdica Libros/Capitán Swing, 2020), del escritor noruego Gert Nygårdshaug, y sólo después de volver la última página y de hacer memoria, he caído en la cuenta de que ambas novelas comparten elementos similares —el infierno de las cárceles en América Latina—, pero sobre todo fueron transgresoras para la época en que fueron escritas. Ya el título de la novela de Nygårdshaug, Mengele zoo, nos adelanta el tipo de historia que vamos a encontrar, pues el nombre de Josef Mengele —el llamado “ángel de la muerte” nazi que murió en Brasil en 1979 sin rendir cuentas con la justicia— continúa siendo hoy sinónimo de barbarie y locura. La novela tiene como protagonista a Mino Aquiles Portoguesa, un niño que vive en la profundidad de la selva amazónica. Le gustan las especies de mariposas raras y singulares, los aromas, los sonidos, en una palabra, la diversidad de vida en la naturaleza, la cual ve cómo cada día retrocede más ante el avance de las empresas petroleras que ejercen su violencia no sólo contra la jungla, sino también contra sus habitantes. Un día, al regresar de cazar mariposas, se encuentra a su familia y a sus amigos masacrados. Tiempo después, Mino se convierte en mago —aquí Nygårdshaug entra en los terrenos del realismo mágico bien entendido, que no cae nunca en el exceso— y crece con una sed insaciable de venganza. A la cabeza de un grupo guerrillero que hoy llamaríamos terrorista, Grupo Mariposa, Mino sale al mundo y esparce el terror para concienciar a la sociedad sobre un problema que no sólo atañe a la Amazonía sino a todo el planeta, en grave peligro por la intervención del hombre. Leída hoy, treinta y un año después de su publicación, Mengele zoo certifica que aquel debut en la novela ecológica fue el inicio de una de las pentalogías* —extremistas o no; que cada uno decida— más osadas de nuestro tiempo.
“Si Mino contemplaba una hermosa peperomia abrazando en preciosos arcos de hojas verdes tronco abajo un árbol madre en la jungla, que cuidadosa había anclado sus raíces arriba, entre las ramas, evitando sombras y humedad, y que podía desplegar sus pétalos en pleno esplendor en el preciso momento en el que las abejas la rondaban, debía haber detrás una voluntad atenta y sensible que él no podía entender que careciera de valor en comparación a todas las actividades humanas del mundo. Arrancar una peperomia de su rama y pisotearla era un acto más brutal que cortarles la cabeza a una docena de gringos. Desde el punto de vista del planeta. Gaia. La madre”.
Gert Nygårdshaug, Mengele zoo
(*) A la publicación original de Mengele zoo en 1989, siguieron las novelas Himmelblomsttreets muligheter (1995), Afrodites basseng (2003), Chimera (2011) y Zoo Europa (2018), inéditas en España.