Si hay una virtud que ha alcanzado la escritora de ciencia ficción y
fantasía Lois McMaster Bujold sobre el resto de aspirantes al podio de la space
opera es su talento para
tejer historias espaciales en el confín del universo. Sólo la saga de Miles
Vorkosigan alcanza ya los quince libros, que ahora Nova (Penguin Random House) ha vuelto a
poner en circulación en edición de bolsillo y con nuevas portadas diseñadas ex
profeso para la ocasión por la ilustradora y dibujante de comics Marina Vidal.
La saga Vorkosigan comprende hasta la fecha los títulos Fragmentos de honor (Shards of Honor, 1986), El aprendiz de guerrero (The Warrior’s Appentice, 1986), Ethan de Athos (Ethan of Athos, 1986), En caída libre (Falling Free, 1988), Hermanos de armas (Brothers in Arms, 1989), Fronteras del infinito (Borders of Infinity, 1989), El juego de los Vor (The Vor Game, 1990), Barrayar (Barrayar, 1991), Danza de espejos (Mirror Dance, 1994), Cetaganda (Cetaganda, 1996), Recuerdos (Memory, 1996), Komarr (Komarr, 1998), Una campaña civil (A Civil Campaign, 1999), Inmunidad diplomática (Diplomatic Immunity, 2002) y Criópolis (Cryoburn, 2010), aunque la secuencia interna de los libros, según
The Vorkosigan Companion, no
es el orden en el que fueron escritos. Miles Vorkosigan, aventurero,
mercenario, espía, diplomático y auditor imperial, es uno de esos personajes de otra
galaxia que no necesitan aparecer en escena —de hecho en Barrayar son los padres de Miles los protagonistas
absolutos—, para cambiar la vida de los que le rodean. Si tuviera que quedarme
con un libro de la saga —aunque por qué quedarse con uno cuando puedes
ternerlos todos—, ese sería sin duda Ethan de Athos, cuyo personaje principal es el doctor Ethan
Urquhart, Jefe de Biología en el Centro de Reproducción del Distrito de
Sevarin. Ethan de Athos
es una novela sutil y corrosiva, fronteriza, un thriller sobre la compra-venta de óvulos en una
colonia planetaria poblada exclusivamente por hombres. Sin embargo, la mujer está ahí, en la sombra: “En una mujer uno no
veía esquemas y gráficas y números, sino los genes de tus propios hijos
personificados y encarnados. Así, cada cultivo ovárico de Athos proyectaba una
sombra de mujer, desconocida, imposible de erradicar”. La novela de Bujold bebe
tanto de Un mudo feliz,
la distopía de Aldous Huxley que anticipaba el desarrollo de la tecnología
reproductiva, como de la obra embrionaria del feminismo La mano izquierda de
la oscuridad, en la que
Ursula K. Le Guin desafía y subvierte las convenciones de los roles de
género. Ni rastro de los parámetros acomodaticios que atenazan la space
opera a modo de camisa de
fuerza de sus correligionarios masculinos.
“—¿Se da cuenta de que no soy un ser humano, doctor
Urquhart? Soy un producto genético artificial, un compuesto de una docena de fuentes, con un órgano sensor
que nadie ha tenido jamás y se
agazapa como una araña en mi cerebro. No tengo padre ni madre. No nací, me crearon. ¿Y eso no le
horroriza?
—Bueno, eh... ¿de dónde sacaron el resto de sus genes los hombres que lo crearon? De
otras personas, sin duda. [...] Si
nos remontamos, veamos, cuatro generaciones, todo ser humano es un compuesto de
unas dieciséis fuentes diferentes. Se llaman antepasados, pero todo se reduce a lo mismo. Su mezcla fue sólo ligeramente menos
aleatoria, eso es todo”.
Lois McMaster Bujold, Ethan de Athos